Albert Serra habla de cine contemporáneo en la Sala Numax(3-12-2016)
Fama de sobrado.
Acento catalán.Tres anillos poco discretos en su mano derecha.Del corazón al
índice. Un monarca absoluto.Bebe sin mesura.Lanza titulares y acusaciones con
magnificencia. Le gusta escupir lava y ver la reacción de quien escucha. A
decapitar títeres con glamour.
La novedad más
importante del cine contemporáneo es la aparición
del digital. Era el sueño de cine libre que tenían en los años
sesenta. “Las cámaras de 35 milímetros
hacían que incluso el sonido directo tuviera poco sentido. Nunca haré una peli
en 35, es la cosa más aburrida del mundo. Se perdía mucho tiempo. Dependías de
la profesionalidad de los profesionales”.
Ahora con una
pequeña cámara doméstica puedes hacer cualquier tipo de película. Incluso con
un aliento épico. Una persona “semisola” podría hacer todo esto sólo armado con
su imaginario. Pone por ejemplo a Pedro
Costa. “Es un explotador estético
de personas. Los negros son mucho más fotogénicos. No tiene ninguna
consideración ética”.
Los del videoarte no querían hacer
cine. Era otra cosa. “Se niegan a utilizar actores. Les daba urticaria. Eso sería pequeño burgués”. Adoptaban un
punto de vista cínico, de ironía.
Con la llegada del digital muchos directores
incorporaron elementos del videoarte pero con la participación de actores. Buscan un interés poético. “El sonido puede
ir aparte de la imagen en algún momento de la película, como hice en La muerte de Luis
XIV”.
Nadie se acuerda de
los cineastas europeos de los 80. Sólo los de algún “país extraño”. Los pocos
que han quedado han evolucionado hacia el digital. “Antes, la obra de Kiarostami era ñoña y tonta”.
Antaño a la gente
no se le ocurría hacer a la vez un documental y una ficción.“Los documentales de aquí son para llorar
por compasión. Deberían dejar de trabajar en eso. Son gente inútil. Aunque hay
cosas peores como el fútbol”.Nada que ver con los chinos o rusos. Estos nunca
agotan su material. “Los que tienen
componentes líricos son los menos interesantes; son sucedáneos que no tienen
que ver con la realidad”. Se refiere al británico Terence Davies.
Cree que
el documental tiene dos claves. La primera es ¿Cómo lo han hecho? ¿Cómo
ejecutan esa incisión moral en la realidad? Has de quedar fascinado ante algo
delirante. Y en cuanto a metodología es interesante buscar lo bueno de los
malos y viceversa. En los documentales tiene que haber una grandeza visual. “Si
no es así escribe un libro. Si alguien coge una cámara sin haber hilado nunca
antes tres frases interesantes mostrará su propia nulidad”.
“Godard al principio tenía películas
interesantes. Luego inicia una cuesta abajo inapelable. Prisionero de sus
propios prejuicios”. Michael Cimino, por su parte, tenía cinco
cámaras pero no tenía ordenadores para editar su material. Serra hace un veto.“Decidí no ir nunca a ver una
peli de Hollywood y mucho menos sus copias o excrementos. No tienen ninguna
curiosidad”.
Cuentan que Albert
Serra trabaja con actores no profesionales. Los de Buñuel eran nefastos, grotescos e inadecuados. Sobre todo en las
pelis mexicanas. Pero es un director interesante y con carácter visionario. En
cambio los de Ken Loach son buenos
pero su ficción es aburrida y convencional. “Es muy primario” Lo sabemos todo:
quienes son los buenos, como acabará el filme…
“¡Es la hostia! Un millonario que una vez dijo que lo que más se
arrepiente en la vida es hacer una publicidad de McDonalds pero debía alimentar
a su familia. Va dando lecciones. La
realidad en los últimos tres años le ha pasado por encima: El Brexit,
Trump… Y no todos los que votan eso son
unos psicópatas. Cree que lo que funciona en la vida tiene que funcionar en el
cine. Es un tipo de extrema derecha que
utiliza un contenido político de izquierdas desde una forma académica. ¿Dónde
está el aspecto subversivo?”
Fassbinder
fue igualmente odiado por gente de izquierdas y de derechas. Construye
películas muy académicas pero su gracia es que se centra en lo íntimo. “Los
obreros también pueden ser unos capullos. Las personas siempre están al límite
de la fricción e inestabilidad”.
Una vez estuvo en
una fiesta con unos amigos. Se creó un ambiente mágico. Esos que llegan cuando
menos los preparas.Otras veces hubiera un contexto parecido y no ocurriera lo
mismo. La gente estaba inspirada.Un amor
colectivo. Como el concierto estelar de un músico. “¿Podría la cámara captar
estos instantes? Ella es más sensible que el actor o las ideas de un director”.
“La gente se vuelve
acomodaticia. Salvo Dalí que se
llamaba a sí mismo Divino”.Se exigía presión a cada segundo para crear algo
distinto,original e imprevisible. Siente veneración por el bigotudo de
Figueres.Como por Stendhal,Proust o Warhol.“El arte nació para mejorar la historia”.
“Desprecio
profundamente la gente que prepara planos. Ese es el cine académico antiguo. El mundo ya no está en dos
dimensiones. Una de mis obsesiones es que las escenas sean
imprevisibles, que no sepa lo que van a durar los planos. Esto en 35 no se
podía conseguir. Antes sólo se masturbaba el director de fotografía. Los demás
eran sus víctimas colaterales”.
En su particular modus operandi los trabajadores tienen autonomía. No tienen
superiores. Hay un plan de trabajo pero cada proceso puede ir en contra de lo
anterior. “Me gusta escribir un guión
contra la primera idea buena. Para encontrar algo imprevisible y azaroso”. La
tenía en 4:3 y la pasó a 2.35:1 y así
perdía casi el 40% de la pantalla. “Con
la incomunicación el riesgo de que todos vayan a una va desapareciendo” . Sí,
lo dice como una virtud. “En las
escenas que grabo desde lejos prefiero no escuchar; si estoy cerca y oigo me pongo de espaldas“. Se siente muy identificado con la actitud de Nicolas Winding Refn. Pues declaró Ryan
Gosling en una entrevista que en un rodaje el director danés filmó mientras
escuchaba con cascos su propia música.
“Me
divierte ir torturando un poco a la gente. Con unos lujos que en la vida real
no te puedes permitir. La moral es diferente. Sería como la pulsión que tienen
los músicos que sólo quieren hacer directos y no grabar un disco”.
Y se
permite una anécdota. Rodaban en un
castillo francés y debían finalizar el trabajo antes de las siete de la tarde.
Pero siempre se retrasaban. El productor recibía presiones por ello. Pero
Serra reconoce que quiere empezar a las once y no madrugar a las siete. “La
hora de empezar es una convención pero la hora de conclusión depende a la
lógica del día: la inspiración de los actores, la luz solar… Esperamos la
magia. Por eso la hora de cierre ha de ser elástica”.
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