Un buen momento. Dos
décadas haciendo temblar los escenarios. Kurt Cobain aceleraba su depresión y
se disparaba el monoplaza de Senna. Tarque y Ricardo Ruipérez siguen más enérgicos
y satánicos que nunca. Trajeron en su maleta los clásicos de siempre. También
algunos souvenir. El diablo está en su
vida. El tiempo les dio la razón. Gracias por los días que vendrán.
La nicotina no
erosionó su voz. ¡Qué canalla! Anestesia para este anochecer. Ditirambo a los excesos. A falta de metales
se hizo con un cono de obra y construyó una trompeta. Se dio un baño de masas,
nada nuevo, con la sonrisa de un niño. Mayúscula complicidad entre los cinco.
Aullando al
desamor. Exprimiendo sentimientos de un
corazón asomado a la cornisa. Cuando se derrumba un muro de amor. La vida es
una carrera de vallas. Una dolorosa despedida. Aunque, con permiso de Los Rodríguez, hay historias que matan y
no mueren. Una pasión espinosa, una atracción irracional. Y de vuelta, diamantes
de carbón. Basta de blues acabó con
los días de luto. Una fe ciega en el placebo del amor. Ya nunca me podré alejar de ti.
Clamó por una
revolución del pueblo indignado. Las calles están ardiendo en el segundo país
con mayor percepción de corrupción del mundo. Cosas que preferiría no tenerlas
que decir.
Dos años después A
Coruña entregó las llaves de su ciudad a los apreciados forasteros. Ilusionados,
expectantes, como un Domingo de Ramos. La plebe no estaba saciada. Que pasen
treinta años antes de mañana. Sólo María Pita dio la espalda a los
Murciélagos. Miedo a ver el final.
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