la ciudad más espectacular de nuestro planeta achatado
Las tiendas van más
allá del escaparate. Captación en la calle. Por nuestra fisionomía pronto
deducen que somos del suroeste del continente. Raro si no hacen un chascarrillo
en castellano o alaban nuestros heroicos deportistas. “No vayas al otro que es más
caro”. Todos son más baratos que aquí. Puestos ambulantes de zumos, piruletas
caseras de colores, ajos,mejillones al vapor…A uno de los heladeros
malabaristas le falló el pulso.En el Gran
Bazaar,laberinto cromático,revuelvo ropa hasta hallar falsificaciones de
mi agrado. Nunca renuncio al arte del regateo.
En Los restaurantes,
gastronomía local o comida rápida, también aparece la omnipresente imagen de
Atatürk. Alienación. Salchichas sin cerdo, ensaladas con pepino y perejil a
granel, sopas de especias aliñadas con limón, cerezas… Mejor colonia que jabón
para lavar las manos.
Té hirviendo para colmar la sequedad
bucal. Y sus melifluas sobremesas son a base de pistacho, hojaldre, miel y
pasas. Sonrisas anaranjadas. Echan un vistazo a periódicos de grandes dimensiones
o juegan una táctica partida de backgammon.En
mi religión no cabe raki ni narguile.
¡Menuda bronca recibí por posar mi calzado en
las alfombras de la Mezquita Azul! Los altavoces llaman cinco veces a la
oración. Fuentes por doquier, donde lavan pies sin arena de playa.
Pequeños toques de
claxon para adelantar. Ni aspavientos ni improperios.No te sientes junto a una
oriunda en el bus ni subas los decibelios a riesgo de una reprimenda.El tranvía
va de lujo.
En el hammam me
derrito diez minutos en una sauna a setenta grados. Contraste con agua fría.
Aparecen dos masajistas con bigote.Nos giran dejando ver tímidamente nuestras
vergüenzas y nos enfundan un taparrabos. Ahí sentí amenazada mi virilidad.Con
una áspera esponja liman asperezas cutáneas.Y nos enseñan esos
despojos,borras,burlándose cariñosamente.En los masajes alternan ademanes
suaves y bruscos.Alardean de su conocimiento articular. Una bolsa de espuma.
Reposo en las nubes. Y los ojos turcos de la buena suerte ciegan mi intimidad.
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