sábado, 26 de marzo de 2016

Más que álamos


Visita guiada para conocer la flora de la Alameda de Compostela

   El botánico Martín Souto nos explica las especies que habitan en la Alameda santiaguesa. Temática desconocida para mí más allá de una canción de Álex Ubago. Nuestro histórico parque se remonta medio milenio tras las donaciones del Conde de Altamira. Creció a partir de la Carballeira de Santa Susana. Esta iglesia es del XVII aunque su campanario es doscientos años más reciente. En este robledal, típico de Galicia y de la cornisa cantábrica, se celebró la feria de ganado desde inicios del siglo XIX hasta 1971.

   El roble es la especie más común de Galicia aunque cada día hay menos.A algún vanguardista se le ocurrió que un par de ellos atravesaran la nueva cafetería de diseño que ocupa el lugar de la antigua churrería.  Algunos otros tienen forma de tenedor o candelebro; esto se debe a que les cortaban ramas en altura para conseguir leña. Es lo que se conoce como desmochar. Pero los de la zona del Pombal son mucho más longevos.

   El primer árbol que vemos al cruzar el paso de peatones de Porta Faxeira es una secuoya, especie que puede llegar a unos cien metros de altura.

   Las tres avenidas que parten de la Estatua de las Marías están segmentadas por dos hileras de tilos, y camelias. Aunque el primero de frutos redondos es un plátano. Los bancos que los acompañan fueron fundidos en Sargadelos hace 130 años.

   El estanque de Méndez Núñez, así como la fuente del fondo, se remontan a los años treinta. Está bordeado por cedros. Tienen hojas duras porque se acostumbraron a aguantar el frío de la montaña; estos pertenecen a la variedad del Atlas; también hay otras del Líbano e Himalaya.  Los árboles retorcidos son sóforas, de la familia de las acacias, y las moreras. Casi dentro del estanque hay una cryptomeria o sugi, que no necesita podarse pues sufre enanismo.

   El tilo plateado es el más antiguo que se conserva en todo el parque. Los demás fueron replantados. Se encuentra muy próximo a la iglesia del Pilar.  En las proximidades del palco de la música crecen magnolias de flores blancas.
   Y junto a la escalinata de la fuente una especie que recuerda a mi viejo abeto artificial de Navidad. Se trata de una araucaria o pino chileno, que florece en áreas frías del Hemisferio Sur. Era parte de la dieta de los dinosaurios. Hay otro junto al Museo do Pobo Galego.     

   Cerca de la estatua de Pais Lapido hay rododendros. Especie de jardín similar a la azalea que prolifera en zonas frías y húmedas. En Escocia e Irlanda lo invadieron todo.  Allí cerca, junto a un pequeño estanquito, encontramos helechos que crecen a la sombra. Esta especie de palmeritas también fueron un manjar de tiempos prehistóricos.   
   Los setos podados de lonicera siguen formas geométricas al estilo de los parterres franceses. Los  olmos son un árbol de hoja caduca. Aquí encontramos varios con una enfermedad genética. Por ello crecen en horizontal como si fuesen una sombrilla.
   El boj que se encuentra en las cercanías de Rosalía tiene raquitismo. Por eso sus hojas se tiñeron de tonos amarillos. Evita Perón plantó un abeto en los paseos de la Herradura en 1947 cuando era primera dama de Argentina. La Perona está visiblemente inclinado a un costado. Con glamour.
   Cerca de la fuente blanquecina que hay en las cercanías de la estatua de la lechera hay unos árboles similares a los abetos. Nacen con las ramas hacia abajo, como en depresión, porque en muchos climas sufren la nieve. También hay un ginkgo, conífera caducifolia que es habitual en China. Estuvieron a punto de extinguirse pero tienen gran fortaleza para aguantar contaminación, nevadas… Sus hojas son en forma de abanico; en otoño tienen tonalidades amarillo limón.
   Los eucaliptos suelen ser desgarbados, con las hojas sólo en la copa. Llegaron a Galicia hace más de un siglo y pueden medir hasta cuarenta metros de altura. El de los enamorados sufre el ataque de un gorgojo. Se trata de un escarabajo que le roe las hojas.

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