viernes, 25 de marzo de 2016

El Hierro, la balsa de aceite

Vivencias de un viaje a la isla canaria en julio de 2006

   Recuerdo que a bordo del Ferry de Fred Olsen sentía un continuo mareo. Y que Nadal perdía contundentemente contra Federer la final de Wimbledon hasta que se cortó la emisión.

   Los cocineros de fin de semana parecían primitivos a primera vista. Los apodamos Darwin y Jesucristo. Nos deleitaron con un exquisito pollo a la brasa y una paella al aire libre.  Me desagradó el Clipper, bebida favorita de dos canariones como Valerón o Kira Miró.Las papas arrugás son como nuestros tradicionales cachelos pero cocidas en mucha sal, que se queda adherida a la monda. Forman un tándem perfecto con el mojo picón.  Y para desayunar gofio. Muchos niños canarios lo conocen desde el biberón.Se trata de una pasta hecha de millo. Se toma con leche y a veces lo acompañan de azúcar y cacao.

    Los isleños acondicionaron piscinas naturales a las que se accede por escalinatas desde las rocas.   Así se mitiga la bravura del mar.  Estas playas no conocen la arena. Se dificulta así la práctica de cualquier deporte y el tranquilo reposo en la toalla. Al menos para un godo.  El espacio más confortable es el cemento, cálido por el sol, en el puerto de Estaca.

   El hotel más pequeño del mundo, atestiguado por el libro Guiness de los récords está emplazado en la costa en un saliente de los acantilados. Su minimalismo atrae a turistas hasta el mes de octubre.

   El mirador de El Pinar no va más allá de lo bucólico y pastoril. El Lagartorio son cuatro vidrieras de bichos aletargados. El poblado de Guinea representa viviendas de diversas épocas históricas. 

   El Camino de Jinama es un continuo trasiego ladera abajo con piso irregular hasta llegar al pueblo de Frontera. El malgareo era una práctica habitual. Se trata de una crítica social a base de rimas, generalmente lanzada por gente con facilidad para camuflar su voz, hacia una persona importante; si el afectado se enteraba y subía en busca de venganza un cómplice del primero le avisaría por medio de silbidos para que emprendiese la huida.

   Nuestra segunda ruta fue menos dolorosa para los tobillos por ser menos escarpada y haber menos guijarros por el suelo.   A medio camino nos desviamos unos metros para contemplar y retratar el Árbol Garoé. La leyenda cuenta que la princesa Guarazoca traicionó a su pueblo por amor al contarle a su amado conquistador el secreto del árbol.  Los españoles pensaban antes que no había remedio para solucionar la sequedad que, por entonces, reinaba en la isla. Parece que el original se destruyó hacia el 1600 y su recambio actual sólo tiene un siglo de vida. La clave es que se haya en una zona donde recibe la neblina de los vientos alisios, fenómeno que se conoce como lluvia horizontal. Al chocar con las ramas deja caer unas gotitas contra el suelo que se filtran en el terreno y llenan unas albercas subterráneas.

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