sábado, 22 de febrero de 2014

The Full Monty


   Filme de corto metraje ambientado en Sheffield, núcleo de la industria pesada de Gran Bretaña. Pero el sector atraviesa una crisis semejante a la actual. Los obreros desempleados deambulan por una ciudad fantasmagórica. El síndrome Detroit.  La cinta de Cattaneo no ha perdido frescura.

   El argumento semeja rudimentario.  Un puñado de hombres a la deriva, “más feos que Picio”, se deciden a hacer un striptease para hacer dinero rápido.¡Qué difícil es cambiar las mentalidades! Están hartos del paro y los trabajos precarios. Pero esa situación de emergencia les mueve a estrechar unos fuertes lazos de amistad. En una situación boyante reinaría el individualismo.

   El protagonista despierta la empatía del espectador. Tiene liderazgo, carisma y, aunque fue recluso, buen corazón. Su hijo, icono de madurez, sensatez y entusiasmo, es su motor.  

   Se encargará de ir agrupando gente para el proyecto.  Primero su mejor amigo, un acomplejado obeso que, falto de autoestima, piensa que su mujer va a caer en los brazos de cualquiera.  Luego se suma un pelirrojo suicida que apenas necesita el cariño de un amigo. Más intencionada es la selección del veterano, muy dado a las falsas apariencias, por sus habilidades en la danza.  Para completar el puzle organizan un casting. Incorporan a un negro, sobrado de desparpajo pese a su avanzada edad, y a un musculoso desinhibido cuya idea más lúcida es comprar unos taparrabos.  “No seremos jóvenes, guapos ni musculosos... pero somos auténticos”.


    El viejo clasista se resistía a unirse a la locura pero acabará coordinando a estos patos ma-reados . El baile es como “el fuera de juego del Arsenal de Tony Adams”.  ¿Con esta banda sonora quién no danzaría? Coreografías rítmicas entre bobinas de cable. Hasta edulcoran la triste y protocolaria cola del paro. Sufren momentos de dudas y debilidad. Miedo al fracaso, vergüenza a exponer sus cuerpos ante una “manada de mujeres en celo” e incluso ante la curiosidad de la Scotland Yard. Los límites sólo nos los ponemos nosotros mismos.

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