Un viaje por Malta
Es probable que las fotos de tu cuñado sean iguales que las tuyas. Malta saca provecho a cada riqueza. Con el bono transporte el bus te lleva a casi todos lados. Así evitas conducir por la izquierda y tener dudas en cada rotonda. Un paisaje casi árido coloreado con higos chumbos y granados. Aún quedó pendiente la visita a los templos megalíticos.
Bush y Gorbachov se reunieron en Marsaxlokk para aligerar tensiones de la Guerra Fría. Los luzzis,barcos pintados casi siempre en azul y amarillo, llevan ojos en la proa como talismán para gozar de buena ventura. Aunque no sea domingo se despliegan los puestos del mercadillo. No aceptan el regateo. Patos juegan al pilla pilla por el puerto. A escasos metros del mar, las terrazas de los restaurantes. Sentamos a comer la afamada dorada, aquí lampuki.
Todos mordemos el anzuelo y pagamos por ir en bote a San Peter´s Pool. Nos vamos pasando el chaleco salvavidas. El garbeo incluye el Fuerte de Delimara, el faro, unas salinas que cuesta divisar desde el mar, la bahía de Kalanka y la pequeña cueva de Hofra. Cuando atracamos todo el protagonismo lo lleva Dina, perro adorable con unas habilidades increíbles para la natación. Me divierto leyendo los nombres graciosos cincelados en la piedra caliza.
No se ven muchos peñascos, apenas los terruños de los agricultores, desde los Acantilados de Dingli. También la isla de Filfla, altiplano con forma de sombrero que también se contempla desde la Gruta Azul. Los caminos, a veces perfilados por muros, son sugerentes. La simplona capilla de Santa Magdalena, es el punto más alto de toda la isla. Estelas de aviones pintan el cielo azul. El radar meteorológico, una pelota blanca, monitoriza el tráfico aéreo.
No muy lejos del Estadio Nacional está Mdina, capital de la isla hasta 1570. Los romanos la conocían como Melita, ciudad de la miel. Alejada de la costa, en un entorno elevado y fortificada fue casi inexpugnable. Las vistas panorámicas abarcan media isla,sin exagerar. Un mapa en relieve. El acceso es por la Puerta de Vilhena, junto a las calesas de caballos. Comienza Juego de Tronos. En la Catedral de San Pablo las vidrieras dejan ver los detalles de las tumbas del suelo. Al salir, no pasa desapercibido el palacete de las gárgolas. Mira hacia arriba en la Iglesia de los Carmelitas para no perderte esos frescos en color pastel del interior ovoide de la cúpula. Los picaportes son elegantes,mi favorito el del delfín con un tridente en la cola. El coqueto pueblo de hiedra y flores cuenta con una fábrica de elaboración artesanal de vidrio.
Rabat sería la parte nueva de Mdina tras las invasiones árabes del siglo IX. Ambas fueron zarandeadas por un terremoto en 1693.A ley romana prohibía el enterramiento a intramuros. Aquí la belleza está bajo los pies, las catacumbas de Santa Águeda, patrona de Malta, y San Pablo. En esta se alojó el Santo cuando naufragó en el año 60 para introducir el cristianismo en la isla. Estas grutas se convirtieron en refugios de la II Guerra; en cincuenta salas llegaron a protegerse alojarse 400 ó 450 personas, algunas disponían de electricidad, otras sólo de lámparas de aceite. Doy la espalda a la Basílica de San Pablo para quedar absorto mirando como una bola de mármol ungida en agua baila como un globo terráqueo.
Regresamos por la arteria principal y dejamos de lado la Iglesia de Ta Giezu, que sigue una moda muy maltesa. Bombillas por toda la fachada y la cruz iluminada en rojo. Los preciosos balcones de colores son carne de imán, en el contiguo al nuestro descansa un halcón atado de un tobillo.
Pese a estar en el centro de la isla Mosta no recibe a todos los turistas. La población gira en torno a Nuestra Señora de la Asunción. Le llaman Rotonda. La hermosa cúpula, de 37m de diámetro, se inspira en el Panteón de Agripa. Una bomba alemana la agujereó en 1942 pero no llegó a explotar. Milagro! En la sacristía dos jóvenes monaguillos se visten para jugar.
A Golden Bay llegaron las galeras turcas en el Gran Asedio de 1565. No te lances de cabeza que hay piedras bajo el agua. A las seis suenan tres silbidos y los socorristas adquieren la libertad.
Mellieha vive sobre una loma. Por ello se divisa la solitaria Torre Ahmar, bastante más rojiza que la Alhambra. La chica de turismo, que sale con un gerifalte, parece borde pero juega con el sarcasmo. Hay refugios antiaéreos de la II Guerra. Lápidas apiladas en el cementerio, la mayoría con fotografía del finado. Un horror vacui de manual. En la playa un dron se posa sobre las parejas que se dan arrumacos en el agua. Control de exhibicionismo.
Subimos una pendiente bajo un sol del demonio y luego bajamos a la Playa Paradise. El chiringuito, donde sirven un milkshake que no llega a granizado, tiene casi más extensión que el arenal.
En Cirkewwa se toma el ferry a la Laguna Azul. Estas pozas de aguas mansas son el principal actractivo de la isla de Comino. Los mejores cuerpos se lucen aquí. Las lagartijas serpentean en las rocas. Las sombrillas parecen flotar sobre el agua. Los más perezosos pueden llegar a los chiringuitos sin calzar las chanclas. Si nadas unos minutos haces pie en Cominotto. Es tentador y muy peligroso ver de cerca un espectacular bufadero.
La Plaza de los Graneros de Floriana es muy peculiar.No son los tubos de huida de un fontanero con bigote. Eran almacenes de los Caballeros de San Juan por si había asedios y se acabaron usando en la II Guerra. Fue visitada hasta dos veces por Juan Pablo II.
La Fuente de los Tritones, alfombrilla de entrada a la capital, se ilumina de noche. Un hombre se hace amigo de las palomas en la puerta de entrada a la ciudadela.
La Concatedral de San John, y en La Valetta, es la más prestigiosa de las 365 iglesias en toda Malta. Muy austera por fuera, por la sobriedad de la Orden de los Caballeros, y con exuberante interior. En la cripta están enterrados once de los doce primeros Grandes Maestres. El artista barroco Mattia Preti decoró los techos abovedados.Las capillas rivalizaban por tener la decoración más suntuosa. La joya del oratorio es La Decapitación De Juan Bautista, cuadro de dimensiones más grandes del controvertido Caravaggio; fue el único que firmó, fíjate bajo el charco de sangre.
Subimos en el ascensor a la planta siete de un glamuroso hotel. Cena romántica. Con vistas de la luna apareciendo sobre la aguja de la Catedral Anglicana de San Pablo y la espectacular cúpula de la basílica de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Llega un vistoso carrito con tres pisos de marisco.No parecen de la misma especie que los carnosos de las frescas rías gallegas.
Las cabinas rojas son una cápsula del tiempo hacia el Imperio Británico. La Reina Victoria, principal exponente de la era decimonónica, descansa junto a la Biblioteca.
Desde las arcadas de los Upper Barrakka Gardens hay una panorámica de postal; un serio Churchill se escondió de mí. Abajo hay guardias y cañones apuntando a los vecinos. ¡Estemos en paz!
Bordeando el Fuerte de San Elmo, humildes casetas de pescadores, felinos callejeros y las decadentes entrañas de la cittá umilissima. Aquí no tienen cruceiros sino santos en las intersecciones. E iglesias notables que pasan desapercibidas en calles estrechas.
La Plaza de San Jorge, bastante extensa y con chorros de agua verticales, se frota con el Palacio de los Grandes Maestres. El Pórtico de seis columnas es el de la Guardia Principal.
Llegamos al ferry tras atravesar Victoria Gate por uno de sus cuatro vanos. Las dghajsas, góndolas con techumbre que casi se hunden por la popa, cruzan con valentía el canal. Barquitos de papel. Birgu es el anfitrión de las Tres Ciudades. Desde el Fuerte de San Angelo, atacado por bombardeos italo-alemanes en la II Guerra,se admira la belleza de la capital. El laurel envuelve una espada en la bandera de la Cittá Vittoriosa.En el Palacio del Inquisidor me impacta el Martirio de San Pedro de Verona,un hacha siega su cabeza y un puñal su corazón.
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