Los toldos exteriores a rayas mantienen frescas las casas de Tarento.
El Castillo Aragonesese frota con el Puente de San Francesco di Paola, al que llaman Girevole por su posibilidad deabrirse al paso de grandes navíos.La Catedral de San Cataldo homenajea a un monje irlandés que naufragó aquí en el siglo VII. Mi restaurante favorito está lleno. Una encantadora familia me hace sitio en su mesa para que no me sienta solo. Mi habitación de hotel clásico es individual pero me acompaña una cucaracha en el suelo del baño La playa, con esqueletos oxidados de edificaciones pasadas, tiene un ambiente conflictivo. Encuentro una bota tuneada de algas en el fondo marino y su fauna interior es maravillosa. Un milkshake diario. No fallo. Pero me expulsan de la terraza mirador con vistas al Mar Jónico. "Take away please";. Al anochecer dos policías en bici eléctrica vigilan el orden en la peatonal Federico Di Palma. Suena música en directo. Killing me softly con mucho sentimiento.Aunque el Estadio de los aurirrojos se haya en Vía del Mar, Lecce no se moja. En el escudo de armas un lobo pasea bajo un roble bien cargado de bellotas. El Museo Arqueológico Castromediano,el más antiguo de Apulia,es un auténtico acopio de ánforas.
Me dan a probar untarallino delante de la iglesia de Santa Irene,ahora cubierta por una lona de una joyería de lujo.El patrón de la ciudad es Oronzo,obispo al que se le atribuye el milagro de haber combatido una terrible epidemia de peste en el siglo XVII. Un artista callejero hace una versión colorista de la Dama del Armiño.
Santa Crocce es una preciosidad barroca. La barandilla se sostiene en los lomos de figuras grotescas y animales alegóricos. Arriba, el rosetón flanqueado por columnas corintias.
Virgilio vino a morir a Brindisi y quiso que destruyeran su Eneida. Una escalinata lleva su nombre. Me siento al atardecer. Una suave brisa y mucha paz. Versionan a Bruno Mars. Pasa una calesa.No hay una localización mejor para hincar rodilla ante tu pareja. De frente, al otro lado de la ría, un monumento a los marineros transalpinos caídos durante la Gran Guerra.
Una estatua en bronce de César Augusto. Recuerda que en Brindisi hubo tras el asesinato de Julio César un acuerdo, poco duraría por la ambición de todos, entre el que sería primer emperador, Marco Antonio y Lépido.
Benedicto XVI visitó la Catedral, dedicada Juan Bautista, en 2008. La Virgen María, casi levitando sobre una blanca columna, ningunea a los cuatro santos de lo alto de la fachada.
Al norte de la ciudad y apretujado por la planta de cruz latina del Areropuerto de Salento está la playa de Materdomini que no garantiza una puñetera sombra.
Bari me recuerda a Cádiz. La vía del tren secciona con brusquedad la ciudad por la tercera o cuarta calle desde el litoral. Todos los invitados de la boda en la Basílica de San Nicolás van armados con abanicos;los capiteles de la cripta son una joya.
En la calle Arcobasso, muy próxima al Castillo Svevo,las mujeres venden pasta fresca,en vivos colores, que preparan sobre tablas de madera;la tradición,que encanta a los turistas,se hereda de madres a hijas.
Venden frutos del mar en el puerto. Erizos a 15 euros a los que solo hay que rociar un chorrito de limón. Una noria marca la dirección a la Playa Pan y Pomodoro. Los del paddle surf agachan la cabeza para remar más rápido. A los cangrejos no les estresa que la marea los cubra una y otra vez.
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