jueves, 16 de junio de 2022

Xoel, segundo bautismo

*Javier Becerra explica la metamorfosis de Xoel López tras su viaje al continente americano.

Con la compañía del violinista Mihai Tanasescu  (Praza do Toural, 12-VI-22)

Organizado por el interesantísimo Festival Selic



    Xoel necesitaba parar. Explorarse para volver a correr. Se fue a Indias y regresó enriquecido de experiencias.  Se volvió más intimista, se aferró a la guitarra española con cuerdas de nailon y abrazó los ritmos americanos. En el Festival Noroeste 2012 le tacharon de parecerse a Juan Luis Guerra pero no lo tomó a reproche. Se rebajan todos los músicos, sobre todo la batería, al servicio de cada canción.

Xoel en el Noroeste 2012

   Javier Becerra documentó esta metamorfosis. El periodista se apoyó en Mihai Tanasesu para comprender mejor los arreglos. El violista de Labañou,con apellido orientalizante,se volvió a reenganchar a Xoel cuando La Orquesta Sinfónica de Galicia, donde él trabaja, compartió escenario con el artista. Fue  muy especial pues asistieron 900 personas en 2020 tras la fase más dura de la pandemia.


   Hombre de ninguna parte es la primera canción que compone en Argentina. Es un canto a la vida. Se siente libre. El título hace un guiño a una canción de los Beatles que escuchó en un taxi colombiano. Suena a Drexler y a bossa nova. Empieza intimista y la batería no entra hasta la mitad del tema.


   Las conchas suenan Por el viejo barrio. Parece una canción de amor pero habla de un heroinómano con problemas de adicción. Se puede tocar con gaita o flauta. Es una muiñeira lenta con el mismo ritmo que Adiós ríos, adiós fontes. Usa la hemiola que viene del Barroco.

   El paradigma de un disco retromaníaco es Caballero. Mira mucho al pasado y junta cosas que no se habían reunido. Xoel escuchaba entonces con el periodista Arturo Lezcano distintos ritmos en spotify. Hay rumba, flamenco y salsa "con todos los recursos que nos enseñaron en el conservatorio". Y el moll dur que viene del clasicismo de Mozart. Cuando dice "como puede haber alguien tan ciego" recuerda a una ópera de Verdi. Las tonalidades mayores ayudan a aportar optimismo.

   De piedras y arena mojada es un retorno a la infancia.A su Eusebio da Guarda,colegio muy próximo a la playa. Estira las sílabas al modo de Bob Dylan; en los otros temas lo encaja bien como Caetano Veloso. Le roba unos versos a Antonio Machado, "monotonía de lluvia tras los cristales".Con ritmo de samba"como los quilomberos que tocan batucada en el carnaval herculino". Del ostinato pasa a algo inesperado. Y lo màs gracioso, recuperó a Los Hombres G de Venezia, grupo que amó de pequeñito, renegó en la adolescencia y volvió a escuchar en Amèrica.

   Tenemos a un Elvis en Desafinando amor. O al George Michael de Faith. Aunque él señala como referente a las Dixie Cups. Es el tema que más recuerda a Deluxe. Demuestra que no se ha olvidado del rock. La empezó a componer en España y la terminó al otro lado del charco.  Se atrevió con un slide de guitarra que no le salía; como cuando los Beatles introdujeron un sitar o gruñidos de cerdos.

   Tierra es la cumbre del disco y de la carrera de Xoel. Compuesta antes de su regreso a España tras el periplo de tres años.Un himno como El sitio de mi recreo. Xoel no pone reparos a reconocer sus influencias.Aquí de Bridge over Troubled Water de Simon and Garfunkel y de José González,artista indie sueco. También recuperó un poema escrito tiempo atrás. Busca sacar la voz con mucho aire para transmitir serenidad. El latido del corazón viene de un solo bombo, minimalismo en la percusión.  Un tenor que, tras mucho ensayar, consigue decir esa última palabra, playa, con un minigrave que evoca el sonido de las bocinas de los barcos. Esta obra de arte la grabó en un pasillo de una casa bonaerense insonorizado con colchones. El productor, Juan de Dios Martín, es capaz de trabajar con un portátil.


   El asaltante de estaciones es una pequeña sinfonía. El comienzo nos llega irremediablemente a Boris the Spider de The Who pero con cadencia andaluza. Hay algo del Santana de Soul Sacrifice y de Tom Zé. Al final se escucha el ruido del tráfico, lo mundano, como metáfora de su retorno. “Un reloj de sol, la sombra de una catedral” alude a la compostelana. Y se instala en Monte Alto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario