Crónica del España 2-1 Uruguay (Copa Confederaciones, 17-6-2013)
*Artículo publicado en DIARIO AS y FARO DE VIGO
Hartos de jugar a las cartas en el hotel de concentración, los jugadores de la Roja anhelaban volver a sentir la competición por sus venas. Salieron enchufadísimos y con las baterías a tope. Un juego preciosista y dinámico. Tocar de primeras y morder tras pérdida. Del Bosque, Marqués de la mesura, alineó a siete niños de la Masía. Iniesta tiene libertad para dibujar sueños. Alba con pulmón para ir y volver. El fútbol de España latía desde la izquierda, hasta donde cayó incluso Arbeloa para hacer coberturas. Xavi y Busquets al auxilio de un compañero. Cesc con esa capacidad innata de pasar desapercibido en la creación y reaparecer como llegador.
Tras el gol de Pedro, afeado por el rebote en Lugano, los charrúas quisieron domar la contienda a base de palos. Quizá pudieran desquiciar a Ramos, Alba o Soldado, los hispanos de sangre más caliente. Una peinada muy forzada de Cavani fue su única conexión con Casillas. El Matador, desabastecido, pasó de puntillas por el Arena de Pernambuco. Soldado, que nunca ha logrado ganarse la confianza plena del salmantino, sacaba los dientes tras un pase de tiralíneas de Fábregas. Lodeiro fue castigado a contemplar una posesión maratoniana para poder ingresar en el césped. El pundonor del Cebolla fue lo más aseado del equipo del Maestro Tabárez.
A Suárez le costó horrores reprimir su frustración. Contó hasta diez y ejecutó una falta de lujo. A diferencia de Corona, Iker posó para la foto. Lucho igualaba los treinta y tres goles del Cacha con la Celeste. Forlán, que bebió mate hasta el minuto setenta, también lo intentara con un remoto tiro franco. Parecía increíble pero los campeones de América se enganchaban al partido. La pimienta.Con Uruguay a la desesperada, Soldado se quedó sólo en la frontal y González le zurró dos puntapiés para trastabillarlo. La roja era obvia pero el nipón se hizo el sueco.
*Artículo publicado en DIARIO AS y FARO DE VIGO
Hartos de jugar a las cartas en el hotel de concentración, los jugadores de la Roja anhelaban volver a sentir la competición por sus venas. Salieron enchufadísimos y con las baterías a tope. Un juego preciosista y dinámico. Tocar de primeras y morder tras pérdida. Del Bosque, Marqués de la mesura, alineó a siete niños de la Masía. Iniesta tiene libertad para dibujar sueños. Alba con pulmón para ir y volver. El fútbol de España latía desde la izquierda, hasta donde cayó incluso Arbeloa para hacer coberturas. Xavi y Busquets al auxilio de un compañero. Cesc con esa capacidad innata de pasar desapercibido en la creación y reaparecer como llegador.
Tras el gol de Pedro, afeado por el rebote en Lugano, los charrúas quisieron domar la contienda a base de palos. Quizá pudieran desquiciar a Ramos, Alba o Soldado, los hispanos de sangre más caliente. Una peinada muy forzada de Cavani fue su única conexión con Casillas. El Matador, desabastecido, pasó de puntillas por el Arena de Pernambuco. Soldado, que nunca ha logrado ganarse la confianza plena del salmantino, sacaba los dientes tras un pase de tiralíneas de Fábregas. Lodeiro fue castigado a contemplar una posesión maratoniana para poder ingresar en el césped. El pundonor del Cebolla fue lo más aseado del equipo del Maestro Tabárez.
A Suárez le costó horrores reprimir su frustración. Contó hasta diez y ejecutó una falta de lujo. A diferencia de Corona, Iker posó para la foto. Lucho igualaba los treinta y tres goles del Cacha con la Celeste. Forlán, que bebió mate hasta el minuto setenta, también lo intentara con un remoto tiro franco. Parecía increíble pero los campeones de América se enganchaban al partido. La pimienta.Con Uruguay a la desesperada, Soldado se quedó sólo en la frontal y González le zurró dos puntapiés para trastabillarlo. La roja era obvia pero el nipón se hizo el sueco.
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