*Publicado el 8-5-2015 en El Correo Gallego
En dos meses perdí
a dos abuelos. Ley de vida. Hasta donde alcanza hoy la medicina todos firmaríamos
llegar a los ochenta y pico o noventa años. Con plena lucidez hasta los últimos
días. Dos seres antagónicos.Ying yang. Hombres de bien que entran a la par en
el reino de los cielos.
Luis era cosmopolita,
culto y educado. El músico antes fue coordinador de un servicio de limpieza y
agente de vinos. Como representante musical trajo a Compostela a Rosa Moreno, Los Diablos, Koldo Impacto Musical o la eurovisiva Betty Missiego. Humilde en su leyenda.
Ducho al
contrabajo, violín y guitarra. Con gusto musical, jazz y bossa nova. Surcó los
mares con el conjunto Sky. Interpretó
sus canciones en la luna de miel del rey Juan Carlos a bordo del cabo San Roque
de la Compañía Ybarra. Le escucharon en Ushuaia, en la Patagonia argentina,
Brasil, Argel o Egipto. Sus melodías llevaron a su familia a Torremolinos,
Málaga y Madrid.
Coleccionista de
libros de historia y vinilos. Madridista. Amante de la fotografía y del cine
clásico. “Eres elegante como James Stewart”me dijo una vez; me gustó.
¡Cuántos pijamas me
dejó Papá Noel en su morada!Paseos por
el Villar y café en El Muelle.Su
hábitat. “El hombre más elegante del Carmen de Abajo” piropeaban al encorbatado.
De saber conversar y escuchar. No tengo
constancia de una palabra fuera de tono. Un señor con clase.
Germán fue trabajador
infatigable. Hombre de cemento, cincel y martillo. Jamás anhelaba unas
vacaciones.El sol no iluminó más allá de su camisa.Sus piernas arqueadas. Calva
erosionada de caer del andamio. Su maleta de cartón se posó en Estartit,
Grenoble y Guildford. En dos décadas
apenas chapurreaba inglés. “Non vin a aprender o idioma senón a quitarlles as
libras”.
Generoso. No cabría
una patata más en el maletero de sus visitas.Chapado a la antigua.En mi
adolescencia me prohibió llevar pelo largo y poner pendientes. Quería
encauzarme por la senda correcta. “Se estiveras unha semana conmigo…” De
aspecto rudo, corazón gigante y retranca brillante. Con boina y palillo lo
dibujaría Castelao. Quedándose dormido apoyado a la pared.
De respuestas
lacónicas al teléfono. Para hablar del Nordés y del grosor de la lluvia. Cuando
murió Chicha volcó su cariño en Chicho y Cuco. Se pasó la jubilación rehaciendo
tabiques de la Cascarilla. Alguna
partida con Lola al dominó. Sin privarse de tocino, bacalao y panettone.
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