Marcos Lorenzo
organizó un Nexos exprés para captar a la argentina Claudia Piñeiro. Tiene raíces en Orense y Portosín. Sus cuatro
abuelos gallegos. Su primera visita a Galicia fue hace treinta años; encontró la casa
rodeada de viñedos. Una viuda solitaria pensó que venía a reclamar herencias.
Quería estudiar
sociología. Le aconsejaron que no lo hiciese. ”Vas a acabar en una zanja”.
Se decantó, sin mucho entusiasmo, por
contabilidad como su hermano. “En la banca el debe y el haber es al revés de lo que uno piensa”.
Mientras cultivaba su vocación con talleres literarios impartidos por Enrique
Medina o Elsa Osorio. Viajó por trabajo a Sao Paulo, “inhóspita para un
foráneo”. Descubrió un certamen literario. Exigían temática erótica y se puso a
leer a Henry Miller. El secreto de las
rubias fue una de las diez finalistas. “No la volví a leer. Seguro que está
muy mal escrita. Quiero que mis hijos la encuentren en un cajón cuando me
muera”. La autoestima necesaria. Se acercó más a la profesión formándose en
guión y periodismo gráfico.
En la casa de Saramago en Lisboa se ve el
mapa que él hacía de sus novelas. “Yo soy más intuitiva y menos especulativa.
Aunque ahora cada vez me cuesta más tener todo en la cabeza”.
Hace el cuestionario Proust a cada personaje. Aunque sea secundario y no se diga explícitamente en la obra. “¿Quiénes eran sus padres? ¿Qué hace cuando está solo en el baño?”.
Habla de la
dictadura militar,del drama de la emigración, la soledad…“Hay temas que hay que
contarlos con sencillez, sino producen rechazo”. También trata la maternidad,
como la chilena Lina Meruane. Aún crea controversia que una pareja de una
cierta edad decida no tener hijos.
“En Latinoamérica
hacer novela social es crear novela negra”. Sumergirse en una sociedad y sus
crímenes. Los nórdicos tienen matanzas en los institutos “y los argentinos
desaparecidos”.
Coincide
con la visión de Tabucchi en Autobiografías ajenas. Cuando le preguntan sobre una obra propia
suele hacer reflexiones vanas que quizá en el instante de escribir no se
planteara.
Ya el Nobel
italiano Pirandello diferenciaba los chistes que olvidas en un par de minutos
del humor que hace reflexionar. Una vez le soltó un hijo: “¡No sabía que tenías
buen humor!”.
En las
Viudas de los jueves le acusaron de mostrar el lado oscuro tras una
aparente felicidad. Incomoda a la clase acomodada. “Me gusta levantar la
alfombra y ver la tierra que hay debajo”.
“La verdadera
patria es la infancia” es una cita de Rilke que aparece en Un comunista en calzoncillos. “Son recuerdos que aparecen en
momentos inesperados”.
Una suerte pequeña indaga sobre la
culpa, el dolor y el azar. Enfatiza en la responsabilidad. “La culpa es guacha, no tiene padre ni madre, unos se
la pasan a otros hasta que se diluye”.
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