domingo, 30 de marzo de 2014

El Covento de San Francisco

*Jornadas de puertas abiertas en el Convento de San Francisco (marzo 2014)
Publicado hoy en El Faro de Vigo y La Voz de Galicia

   El Padre Hipólito enseñó las entrañas del Convento de San Francisco a turistas y curiosos. Y a la televisión autonómica. No vende humo. “No tenemos ningún documento de la presencia del San Francisco de Asís aquí; sí pergaminos  de la presencia de franciscanos” hace ocho centurias.
   Esta es la leyenda. Cotolay fue un humilde carbonero que hospedó a San Francisco. Su sarcófago se conserva desde la época decimonónica en la portería del actual convento. Su casa estaba en la ermita de San Paio, en la falda del monte Pedroso.Por allí oró Francisco y Dios le encomendó erguir un convento. Tuvo el Santo que solicitar el terruño al abad del monasterio benedictino de San Martín Pinario; a cambio sería forero aportando cada año una cesta de peces.   El primer recibí que conservamos de esas donaciones es de 1635 pero está en muy mal estado.
   Las vidrieras del Salón Giotto las ideó Luis García, humilde fumador de pipa. Busca la sencillez. Gotas de lluvia,la Estrella Polar, las fases lunares.“Porque Francisco no andaba con tonterías.”

   Los arcos ojivales góticos son de finales del XIII. Sus vanos fueron ornamentados en la actualidad con vidrieras. Allí se representa el martirio, traslado y sepultura del Apóstol y, en un capitel, la venida de Francisco a nuestra ciudad. Es la imagen más antigua que conservamos del Santo.

   Cuando el Padre Hipólito era un muchacho jugaba al futbito y al baloncesto en el Patio de Cristal. Por ello es el lugar talismán de la presentación y concentraciones del Obradoiro CAB.

   En el Salón Carlos V, sala capitular donde los frailes enseñaban teología, el emperador flamenco reunió las Cortes en 1520, antes de pasar la Semana Santa en San Lorenzo de Trasouto. 
 
   También tiene vivencias el Padre Hipólito en el Refectorio. “Cuando tomé el hábito en el 64 estaba el comedor lleno; hoy somos nueve. No había calefacción. Los novicios teníamos que rezar en latín el De profundis y nos tocaban la campanilla cuando nos equivocábamos:¡RE-PI-TA!
   Si no estamos saciados podemos visitar el poco conocido Museo de Tierra Santa, inaugurado en 1993 por la infanta Cristina o comer como auténticos frailes por menos de veinte euros.

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