viernes, 7 de marzo de 2014

Amigo del ferrocarril

Crónica de un día en las islas Cíes (julio 2011)
Artículo publicado en Xornal de Galicia

Sonó el despertador y yo, inconsciente de mí, seguía en mis mundos oníricos. Si mamá, con la mosca detrás de la oreja, no me despertara habría renunciado a mi día en las Cíes. Llegué en hora. El presidente de la Asociación Compostelana de Amigos del Ferrocarril saludó afectuosamente a cada viajero.La locomotora 1808 y su Coche Verderón deciden esperarnos hasta la vuelta. El revisor no tenía billete que agujerear. Junto al Lérez se intuían los preparativos para el Campeonato Europeo de Triatlón en el Puente de Tirantes.

Tras un breve descenso en autobús por la ciudad olívica nos apeamos en el malecón. La nao de veinte metros de eslora galopó al zarpar pese a que la mar está mansa y dócil. En el piso superior la brisa nos acaricia la cara. Sábado al sol. Dos mayores discuten si las casitas que señalan a mano derecha son de Nerga o Barreiras. Ni un delfín a la vista.

Gracias a Dios ya no hace de anfitrión el monolito que recordaba los horrores del franquismo. Las guías sólo aconsejan“mucha crema solar”.Familias, con fiambrera y sombrilla,buscan la comodidad de la aclamada Playa de Rodas y evitan los precios prohibitivos de la cantina. En los yates los otros se tuestan vuelta y vuelta. Lagartos serpentean sobre rocas febriles. Camino del faro una cría de gaviota argéntea titubea;sus alitas aún no le permiten volar. Carlos Abellán, tras zamparse una paella consagró ruta hacia el criadero de aves y al Alto del Príncipe; acabaría, helado en mano, canturreando con unos lusos.

En el andén de Vigo el mercurio seguía inflamado hasta los treinta y cinco.El guardia de seguridad,de impoluto uniforme,no ve adecuado mi torso desnudo.¿Habré perdido mi figura? En el tren somos invitados por grupos a la cabina.A esta velocidad tardaría casi mil metros en detenerse de un frenazo inesperado. Que nadie se sienta a salvo fumando en los aseos porque un sensor da el chivatazo. Renfe, fiable como el reloj de Kant, cobra hoy siete minutos de factura por la docencia.El año que viene nos juntamos en las Ons.

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