miércoles, 12 de enero de 2022

Atenas

 

*Mecerse en la cuna de la democracia




   Atenas es un viejo sabio con túnica. Una columna rota. Pues yo diría que los libros de Atenas han vencido a las espadas espartanas.

 

   Tenía tanto pánico a perderme en el Pireo, laberinto de ilusiones, y no llegar al ferry que preferí que fuera punto de llegada. El vasto puerto, a 10 km de la polis, fue ampliado y fortificado por Temístocles. El mito del presente es Spanoulis.

 

   Durante la II Guerra se enterraron o dispersaron las piezas del Museo Arqueológico para protegerlas de la destrucción. Aquí está la sábana santa de Agamenón,el rey de Micenas.

 

   Casi parece más seguro caminar por la carretera en el triángulo que forman Marni, el Teatro Nacional y Omonia. Suciedad, pobreza y gente que no está en su mejor momento. Nunca vi palomas tan a merced de los niños.  En este estrato hay cabinas, casi piezas arqueológicas.



  En Monastiraki, siempre hago pronunicación alternativa,muchos sienten la emoción de divisar por vez primera las ruinas de las que tanto han oído hablar.Pero en primer plano,testigo del bullicio, está la La Mezquita Tzistarakis. Al pasar a manos griegas fue cuartel, prisión y almacén antes de convertirse en una de las sedes del Museo de Arte Popular. 

 

   El del sombrero yankee se montó su propio escenario en Ermou, ecuador y corazón de la capital, con un baúl, una carretilla y un bote de metal.

 

   Un paseo más sosegado merece el pintoresco barrio de Plaka, donde vivió Lord Byron. Una ratonera de callejuelas turísticas que tiene la Iglesia Anglicana de Sant Paul como uno de los desagües.

   En el Ágora o plaza del mercado bebió Sócrates la cicuta. Aún perviven la Stoa, la torre de los Vientos,reloj de agua helenístico,y el Templo de Hefesto,Dios del Fuego.

Vista panorámica del Ágora

   De camino a la Acrópolis,el Monumento a Lisícrates, para conmemorar la victoria de este corego en el Festival Dionisíaco.

 

  En agosto hay que madrugar para que el sol mediterráneo no te invite a abandonar el altiplano. Polvo,sudor y pasado glorioso en piedra.Viaje a los tiempos de Pericles.

 

   El Teatro de Dionisos tenía capacidad para 15.000 personas. Es el hermano del Teatro de Herodes Ático. Su orchestra antes de ser de mármol era de arena y acogía luchas de gladiadores.

Odeón de Herodes Ático

   Superados los Propileos y el Templo de Atenea Niké ya queda a la vista el Partenón. Los andamios de una de sus caras lo disfrazan de sudoku. Las columnas parecen rectas pero están ligeramente inclinadas hacia dentro. Pena no poder disfrutar de su policromía ni de la estatua crisoelefantina de Atenea, patrona de la ciudad, en la cella.

   Dibuja la mujer de la pamela.Sí, las cariátides del Erecteion son réplicas. Siguen siendo impresionantes.En el XVI el templo jónico fue el harén de un comandante otomano y durante la Guerra de Independencia fue semidestruido por una bomba turca.



   Con la mochila llena de cultura desciendo entre orfebres, vendedores de láminas, frutos secos y baratijas se posicionan junto al Museo.

 

   Solo se conservan 15 columnas con capiteles corintios, a 17 metros de altura, del colosal templo de Zeus Olímpico. Lo inició el tirano Pisístratos.


   En el Estadio Panatinaico marinan banderas helenas y olímpicas. Fue sede de competiciones deportivas en los dos Juegos Modernos celebrados en suelo griego, el inaugural y el 2004, año mágico para el país.

 

   Varios policías controlan el perímetro de los Jardines Nacionales, 16 hectáreas cerradas temporalmente por riesgo de incendio. En el Záppeion, edificio de columnas corintias, se firmó la entrada de Grecia en la Unión Europea.

 

   Fustanela, falda de cuatrocientos pliegues, fez,boina roja con borla,y calzado con pompones. Esa es la vestimenta de los ezvones. No hay turista que se pierda un cambio de guardia ante la tumba del Soldado Desconocido, ante los textos de la oración fúnebre de Pericles.   Botellón juvenil en las escaleras de Sintagma.

   Ante el Museo Histórico Nacional cabalga Theódoros Kolokotrónis, uno de los héroes de la siempre presente Guerra de Independencia.

 

   La Avenida Vassilisis, una enciclopedia del saber,intercala embajadas con museos.

El Cicládico estudia las tallas de diosas o amuletos de difuntos; El Bizantino promociona el arte que generó la Iglesia Ortodoxa en el Imperio Romano de Oriente durante mil años; en el de la Guerra recordarás la variedad de útiles, hachas, cimitarras o floretes que empleó el humano para quitar la vida a su semejantes.

Museo Cicládico

Museo Bizantino

Museo de la Guerra

  El Museo Benaki, sin pasar por taquilla los jueves al atardecer, es bastante folklórico, con mucho stock en indumentaria tradicional y cerámicas. Recopiló todo una familia griega que hizo dinero en Egipto. Las dos obras de El Greco de su etapa cretense están bastante deterioradas y no es sencillo reconocer su peculiar estilo.

 

  Escaleras casi ilimitadas hacia el Monte Licabettus. No sé como llegaron aquí dos hermanos de unos cuatro años con fuerza aún para corretear. Mariposas gigantes y cigarras cantando en el árbol en una colina ya citada en Las Ranas de Aristófanes.


   Desciendo a una zona tranquila,residencial y arbolada.Los viernes en Xenokratous montan un mercado de verduras. Algún pescadero también. Reposo en el interior de la Catedral de Dionisio el Areopagita para contemplar sus impresionantes frescos.

 

   El rey Otto, en el XIX, fue el encargado de levantar el terceto neoclásico de Panepistimiou.  Hoy me reciben en extraña soledad.

La Academia es herencia de la clásica. Desde la altura,y sobre dos columnas jó-nicas, custodian la entrada Atenea,lanza en mano, y Apolo con su cítara. Más cercanos, dos abuelitos en actitud sedente, Platón y Aristóteles. El hermoso e impoluto frontón, un triángulo isósceles cobalto y dorado, protege el nacimiento de Atenea. 

  Protegidos por columnas y pilares tal barrotes están los frescos de la Universidad.

Y la Biblioteca Nacional se hace reconocible por una refinada doble escalinata y la piel de mármol pentélico.



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