viernes, 5 de noviembre de 2021

Almería

  Defendida por la Sierra de Gádor y el río Andarax. Parada de avituallamiento en el EuroVelo 8, ruta ciclista que va de Atenas, o desde Chipre, a Cádiz. La vieja estación de tren, con sello decimonónico y modernista, es una delicia. Goza de tan buena salud como el ficus del Paseo. Algo  más joven es el Cable Inglés, que permitía cargar un buque de minerales en menos tiempo.



   Desde el Cerro de San Cistóbal en los días claros se divisa el Cabo de Gata. Las casas indálicas son blancas, marrones o rosa pastel. La alcazaba, montada sobre el Barrio de la Chanca, es una fortaleza árabe provista de almenas.  Con su histórica pasión por las corrientes de agua, el hammam y los aljibes. A los niños les chifla el estanque verde con nenúfares y peces naranjas.


   En la coqueta Plaza de la Constitución una lección de historia; el Monumento a los Mártires de la Libertad recuerda a los que, viniendo por mar, se pronunciaron contra Fernando VII y serían cruelmente ajusticiados “por el feroz despotismo”. Almería es “muy noble, muy leal, decidida por la la libertad”. Por ello sorprende que hayan ultrajado la figura de Nicolás Salmerón, presidente la l República, en Puerta de Purchena. Muy cerquita de la Catedral, encuentro  La casa de Jose Ángel Valente, poeta con el corazón dividido entre Ourense y Almería.

  Junto al aljibe de Jayrán,y también bajo tierra,están los refugios de la Guerra Civil. Se construyeron en 18 meses. Guillermo Langle diseñó estos angostos pasadizos para protegerse de puntuales bombardeos, no un búnker para vivir largas estadías. Podían albergar a 35000 personas en sus 4500 metros de galerías a 9 metros de profundidad,con un tramo más profundo a 16. La mayoría eran públicos pero también había alguno,más reducido, para los pudientes. Para localizar su posición dejaban un pañuelo negro en la puerta, así los analfabetos podían hallarlos.

   Las sirenas avisaban del peligro y cuando todo había pasado volvían a sonar dos veces. Normalmente bastaba con refugiarse unos quince o veinte minutos pero el bombardeo nazi del 31 de mayo de 1937,con 32 víctimas reconocidas oficialmente,obligó a recluirse cerca de una hora.

   Los niños, atemorizados,dibujaron sus traumas sobre el cemento fresco. El suelo era de tierra con gravilla pero añadían arena para que no hubiese malos olores si los pequeños se orinaban.

   La ciudad urcitana, siempre fiel al bando republicano, sufrió 51 bombardeos y no cae hasta la ofensiva final. No se cerraron hasta 1945 cuando se supo con seguridad que no habría más emergencias. Luego se ubicaron kioskos para tapar las antiguas entradas.


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