*Carlos Bardem presenta en A Coruña su novela Mongo Blanco
*Versión reducida publicada en El Faro de Vigo (15-8-2019)
No solo es
intérprete.“Como tengo esta cara siempre me dan papeles de señor muy malo”.Es
licenciado en historia moderna y contemporánea.Y escritor.“Creo en el poder de
la palabra pe-ro hoy se ha pervertido”.
Se atreve con una de aventuras al gusto de Conrad, Stevenson o Salgari. Hay esclavos, patriotismo hipócrita,
religión… Una historia inscrita en el triángulo Málaga, África,La
Habana.Aparecen Espartero,los Borbones… “Cánovas era un gran estadista y tiene
estatuas por toda España pero defendía la esclavitud;creía que los negros
eran unos perezosos”.
Orgulloso con el
resultado. “La construcción de la memoria, la locura y el poder llevan a esta
obra a contener los temas de la gran literatura”.
“Es una feroz
travesía, un viaje sensorial. Se siente
el hedor de las bodegas, la violencia, la sexualidad. “Quiero mostrar la
sangre, el sudor, el semen”.
Pedro Blanco es un
personaje real que nació en Málaga y fue a Cuba. “He acentuado los rasgos para
la ficción.Era un marino muy brillante pero lo que hacía era vender seres
humanos. Era un monstruo”. No se
recuerda a menudo que Robinson Crusoe se dedicaba a lo mismo.
Creó un reino en la
frontera entre Sierra Leona y Liberia. Consiguió que las tribus de la zona
estuviesen siempre en confrontación. Arriesgaba la vida y se metía en el barro.
Había otros de salón, tipo el marqués de Comillas o la Reina María Cristina,
que solo conocían a los esclavos por tenerlos como sirvientes o por
beneficiarse de ellos sexualmente.
Pedro murió loco en
un manicomio de Barcelona. Para la novela Bardem se inventó un empático
psicólogo que actúa como un lector, Castells, para que recupere su memoria.
Lino Novás Calvo ya
escribiera en los años 40 una novela de aventuras sobre Pedro Blanco. Y en Amistad de Spielberg también se habla de
un barco de este negrero.
“Fue el Pablo
Escobar de la trata de esclavos. Compraba humanos en África por unos 20€ generalmente
aportando ron, pólvora y mosquetes. Al llegar a destino ya costaban 400. Cosificaban
a los esclavos llamándolos sacos de
carbón o piezas de Guinea. Los
apilaban como fardos”.
La trata de
esclavos dura cinco siglos. Se dice que hubo implicadas doce millones y medio
de personas. A veces, incluso evitaban pagar aranceles y los desembarcaban en
las playas. Por eso hay historiadores que hablan de otra cifra, ochenta y tres
millones.
España fue el
último país europeo en abolir la esclavitud. Fue en 1886, cuatro años antes que
Brasil. En la península lo hiciera
cuarenta años antes pero la mantuvo en Cuba. Se enriquecía con las explotaciones
de caña de azúcar de esa isla y Puerto Rico.
Los barcos tenían
cubierta corrida para que, en caso de motín, los negros no pudiesen esconderse
y pudieran ser disparados. Los negreros los acostaban sobre el lado derecho
porque así creían que evitarían ataques al corazón.
“Nuestra sociedad
ya ha perdido la inocencia con las atrocidades: el Holocausto, el genocidio de
Ruanda…” Y sentencia con un tono crítico y riguroso “Muchas de las grandes
fortunas de este país tienen origen en dos momentos: la trata trasatlántica del
XIX y el Franquismo”.
La banalidad del
mal. Hubo complicidad de mucha gente
“normal”. Muchos indianos que fueron a
Cuba antes de 1886 se beneficiaron seguro del trabajo esclavo. “Por debajo de
los grandes palacios del XIX corre sangre humana”.
Hoy aún hay
esclavos: los refugiados, mujeres sometidas a trata de blancas o la
precariedad, que se suele interpretar como algo normal.
Los hermanos
Sánchez Cabezudo leyeron Mongo Blanco
y se puede convertir en serie de televisión. “¡Es que si fuera película habría
que podar mucho!”.
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