*Trayectoria del escultor suizo
Notas de mi visita al Museo Guggenheim de Nueva York
*Fotografías de la Fundación Giacometti
Un creador que
transcendió a los ismos. Nació en Borgonovo, en el valle de Bergalia, al pie de
los Alpes suizos. Su padre, el pintor neoimpresionista Giovanni Giacometti transformó el
establo familiar en un estudio.El pintor simbolista Cuno Amiet será el padrino
de Alberto.Un busto de su hermano Diego y el óleo Naturaleza muerta con manzanas serán sus primeros trabajos. Pronto
se alejará de la representación naturalista y sentirá interés por el arte no
occidental. Al morir el padre en 1933, su hijo usará el taller cuando regresaba
de París todos los veranos y algún invierno. Allí retrataba con asiduidad a su
madre Anneta. Era muy meticuloso con la distancia entre artista y modelo, que
debía permanecer completamente inmóvil,por ello dejaba siempre marcas en el
suelo. E hizo sus pinturas grises. Era un espacio cómodo y luminoso. Con
panorámica montañosa. Alberto encontraba en los árboles grandes semejanzas con
la figura humana.
Llega a la capital
francesa en 1922 para asistir a clases de escultura en una academia. Conoce en
profundidad el Louvre y el Museo Etnográfico. Como no le gustaba viajar apenas
había estado en su tierra y en Florencia.
Ocupó un sombrío estudio parisino en las cercanías de Montparnasse desde
diciembre 1926 hasta el final de sus días. Cerca de 40 años. Era estrecho,
abigarrado e incómodo.Con solo 23 m cuadrados. Pero cuanto más tiempo
permanecía en él, “más grande se volvía”.
Abraza el
postcubismo en Mujer cuchara (1927); se inspira en los utensilios
ceremoniales antropomorfos africanos. Un gran abdomen cóncavo evoca el útero
femenino y la fertilidad. Hizo la
versión definitiva en yeso, que otros autores solo usaban para fases primarias.
Entre sus obras más abstractas está Cabeza que mira (1929), pieza plana de yeso, uno de sus
materiales fetiche, que presenta una sutil cavidad, casi imperceptible, que
evoca un ojo. Toda su vida se preocupó por capturar la mirada. “Si logro hacer bien los ojos
todo viene rodado”.
Giacometti se une al
movimiento surrealista de André
Breton en 1931. Objeto desagradable (1931)
encaja con las fantasías de brutalidad de Georges Bataille. De esta etapa es Mujer
que camina (1932),que da un paso adelante exquisitamente esbozado, casi
inmóvil. El inconsciente puede revelar complejos mundos interiores en torno a
sexualidad, deseo y violencia. El racionalismo moderno queda erradicado por el
poder de la imaginación. Se exploran
temas antagónicos como dolor y éxtasis, lo humano y lo no humano. La amenazante
Mujer
degollada (de 1932 pero fundida en 1949) recuerda a un insecto, motivo que
genera atracción y repulsión al mismo tiempo. También semeja una planta
carnívora. La garganta es como una tráquea agonizante. Está concebida para encontrarla en el suelo. Dalí quedó
fascinado de la Bola suspendida (1930–31).
*Bola suspendida
*Mujer degollada
Desde 1935 Alberto
Giacometti se distancia del movimiento surrealista y vuelve a trabajar a partir
de modelos, como su hermano o la modelo profesional Rita Gueyfier, que posan
para él a menudo.Estaba muy
unido a Diego, siempre a su servicio, que le ayudaba a construir armazones. Cambia de
trabajar por facetas geométricas a hacerlo de un modo más expresivo.
Al estallar la II
Guerra abandonó varios años su amado taller para refugiarse en Ginebra. Allí
realiza pequeñas esculturas sobre pedestales enormes. Sus figuras femeninas de
caderas redondeadas se inspiran en su recuerdo de la silueta de una mujer
vista desde lejos. También esculpe diminutas figuras de niños inspiradas en su
sobrino Silvio al que enseñaba historia.
El
trauma bélico le lleva a la síntesis. Una metáfora de la debilidad del ser
humano. Hombre pequeño sobre un pedestal (1945), de solo 3 cm, fue el súmmum de la
reducción.“Después de la guerra,
estaba ya harto y me juré que no dejaría que mis estatuas se redujesen ni una
pulgada. Y entonces pasó esto: logré mantener la altura, pero la estatua se
quedó muy delgada, como una varilla, filiforme”. Quedan figuras alargadas, íntimas y
estilizadas. Caracterizadas por un modelado irregular, casi granulado. Seres
escuálidos, de contornos desdibujados. “No se ve a una persona en su conjunto
hasta que se aleja y se hace minúscula”.
Parecen vistos desde lejos. Las figuras grandes le parecen falsas. Se
inspira en el existencialismo y en la filosofía del absurdo que imperaba en los
círculos intelectuales.
El movimiento de las
muchedumbres en las calles fascina al artista y le impulsa a crear
composiciones nuevas, como Tres hombres que caminan,(1948),motivo que será
recurrente en su carrera. Los extraños
comparten un mismo pedestal.
Giacometti utiliza
el motivo de la caja a principios de los años cincuenta en numerosas obras, como Figurita entre dos casas (1950). La caja significa
confinamiento, aislamiento o angustia, que puede estar vinculado a su propia
existencia. Esta misma idea subyace en las obras sobre el tema de la jaula con
el que ya había experimentado durante su etapa surrealista, como ejemplifica La nariz (1947),
cuyo extremo perfora literalmente el marco que la delimita, asomándose al
exterior.
En El Bosque (1950) Giacometti reúne una serie de figuras
alargadas, ancladas a una base, de manera que se asemejan en cierto modo a un
bosque. Están de pie, como si fueran árboles, y próximas entre ellas; sin
embargo, no se tocan. Expresa la convicción de que podemos sentirnos aislados
incluso en un espacio abarrotado de gente.
Perro (1951) es un bicho demacrado, que podría
interpretarse como un autorretrato. Se inspiró en un can chino que vio una vez;
lo relacionaba con su ánimo apesadumbrado en un día de lluvia cuando caminaba
pegado a los edificios con la cabeza gacha.
En 1955 Giacometti
conoce al profesor de filosofía Isaku
Yanaihara, que venía a entrevistarlo para una revista nipona. Forjan una
sólida amistad y le retratará mucho en el siguiente lustro.
Es seleccionado para
representar a Francia, su país de adopción, en la Bienal de Venecia de 1956. Le
hizo mucha ilusión. Creó Mujeres de Venecia, grupo de ocho esculturas totémicas de
pie en hierática frontalidad. Fueron
muy pocas veces vistas por lo complicado de su traslado.
Su mujer Annette Arm, fuerza estabilizadora
en su vida, era la musa de día. Posaba para él a diario. La esculpía; en 1962 hizo el óleo Black Annette.
Compatibilizó su matrimonio con un buen
puñado de amantes. Era un cliente habitual de prostíbulos.“Puede decirse que
era un cazador.Tan conocedor de los burdeles que incluso llegó a escribir un
ensayo sobre ellos”. No pudo tener hijos a causa de unas paperas juveniles.
En 1959 Giacometti
conoce a una prostituta de 21 años que se llama a sí misma Caroline.
Retrató a su amante unas treinta veces entre 1960 y 1965.Por ejemplo,Caroline
con un vestido rojo. A
veces eran solo esbozos reduccionistas. Y casi siempre de noche. Se palpa la
luz artificial. Sus pinturas siguen unas
directrices, quietud estremecedora y fondos en colores terrosos y grises.
“Cara arrugada. Salía todas las
noches. Parecía sólido como una roca. Era más libre que un elfo”. Así definía Simone de Beauvoir, intelectual
feminista, a su amigo Alberto. Sartre, que
le ayudó a financiar varias exposiciones, lo catalogaba como “el artista existencialista perfecto, a medio camino
entre el ser y la nada”.
Sigue indagando sobre el caminar en
La
pierna (1958), una monumental pieza encaramada a un pedestal
sumamente alto. Su tamaño y su estado fragmentado nos recuerdan a la escultura
antigua. Usa la metonimia
para representar a todo un individuo. La fragmentación del cuerpo se
corresponde con el empequeñecimiento de su última etapa.
Hombre que camina (1960) es la obra más conocida de Giacometti y
una de las esculturas más célebres del siglo XX. A lo largo de los años trabajó obsesivamente
en ese gesto, inspirándose en la tradición de las estatuas egipcias. El
movimiento es ágil y el paso firme.
En 1958 recibió un
encargo para la Chase Manhattan Bank,
en Nueva York. Aunque finalmente el proyecto no llegó a culminarse, permitió
que creara las obras más monumentales e inauditas de toda su carrera. Las tenía que sacar del taller para observar
mejor su escala. Llegó a visitar el lugar donde se iba a colocar su obra.
Volvió tan agotado que poco después murió. Hombre
que camina formaba un todo con una Gran
cabeza y Mujer alta I que
medía más de 2,50 m de alto y se apoyaba sobre una base gruesa. Los
árboles serían mujeres y las piedras cabezas. Al final pudo exponer las tres esculturas
en bronce en otras ciudades.
No buscaba el dinero, la gloria, la adulación o el confort. Su
exigencia y frustración hace que Giacometti llegue a destruir algunas de sus
obras. Pero no era un paso atrás. «Cuanto más se
fracasa más se triunfa. La única oportunidad que tenemos de seguir
avanzando surge si en lugar de rendirnos persistimos». Por su naturaleza obsesiva, podía trabajar 10
años en una sola pieza, caso de Woman Leoni (47-58), figura que parece compuesta en
un solo trazo.
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