lunes, 23 de enero de 2017

El Muro y otras obras

*Mis impresiones sobre la ciudad de BERLÍN
(Texto conmemorativo 50.000 visitas)

Agradecimientos: Al gaditano Pablo Gutiérrez

   No te mires al espejo.  Berlín, aún no has curado los granos de la adolescencia. Parece que el muro cayó anteayer. Sombras.Caos, grúas, obras, monumentos tapiados. Todo es provisional. Todo se mece en una hormigonera. Las fotos bonitas no se consiguen retocándolas sino recortándolas.  Bajo el polvo aparecen de cuando en cuando bombas de la II Guerra.



   Nació enfangada sobre un pantano. Como Tenochtitlán. Los omnipresentes tubos, muchas veces en altura, están clasificados por sexos. Tras los andamios y cables del tranvía hay mil tesoros ocultos.  Los grafitis, desde Ronaldo Nazário a Lincoln, alegran paredes grises. Padres inculcan a sus hijos la seguridad vial en su devenir por el carril bici.  La tasa de desempleo dobla a la del país.


   ¿Conoces a Ampelmann? Un psicólogo de la zona comunista hizo dos muñequitos varones  para los semáforos porque había ciudadanos daltónicos. La figura en el oeste era más neutral. La idea, más simpática que políticamente correcta, se convirtió en símbolo capitalista.
   La locomotora me expulsa en la Haupbahnhof, Estación Central inaugurada en vísperas del Mundial 2006. Berlín Occidental. A tiro de piedra del Charité. El Hospital Universitario se funda en 1909 tras una epidemia de peste. Con un memorable honor. Aquí se descubrió el vacilo de la tuberculosis.  
   En Breitscheid Platz está la pintoresca iglesia octogonal de la cúpula rota.También hay ventilación por la zona del rosetón. En su interior hay mosaicos de gran valía. El káiser Guillermo II mandara construir un templo luterano en memoria de su abuelo Guillermo I. Una bomba la alcanzó en 1943. Entonces el gobierno alemán decidió derribarla pero el pueblo se opuso. Hoy es un monumento a la paz y a la reconciliación. Recientemente sufrió la barbarie a sus pies.

   La Puerta del Elefante del Zoo es orientalizante. 14000 animales de 1400 especies distintas. Cerca hay una estatua de Humboldt, no es la única en la ciudad, con Christian Peter Wilhelm Beuth, miembro del Consejo de Estado de Prusia. Parece Rosalía.

   El Tiergarten es parque desde 1818. Realmente era un jardín con animales. A Guillermo I le gustaba la caza y hasta lo vallaron para que lograse alguna captura. En el medio de ese pulmón de más de 200 hectáreas florece la Siegesaäule, columna triunfal que originariamente estaba junto al Reichstag. Conmemora la victoria en la guerra prusiano-danesa de 1864. Y el ángel de la victoria que lo corona alude a las otras hazañas bélicas de entonces contra Austria y Francia. Cerca del paseo fluvial aparece La Casa de la Cultura, con su forma de silla de montar. La gran mariposa de Henry Moore aletea a remojo.
      
   El Reichstag es el símbolo de unidad nacional. Su incendio en 1933 propició la caza de brujas de los nazis. Aquí se ondeó la bandera soviética al fin de la II Guerra. Hoy el Régimen ha clavado un buen puñado de ellas. La tela negro, rojo y gualda representa la libertad y unidad. Hubo de rehabilitarse al gusto neoclásico. La cúpula elíptica, con un diámetro de diez metros, es sello de Norman Foster. El vidrio representa la transparencia del sistema democrático.  En el edificio se colecta el agua de la lluvia o nieve. Abajo en el centro del edificio el salón de plenos se reúne entre  20 y 22 semanas al año.

   Una ciudad que no mira al río. El único puente impresionante es el Oberbaum,pero manda muy lejos del centro. La urbe se articula en la cruz “Under den Linden” y Friedrich Strabe. En el primer bulevar, repoblado con tilos después de la II Guerra, cabalga Federico II el Grande; los turistas se hacen fotos con el ET del Madame Tussauds ¡Incluso puedes subir a la bici de Elliot!  
   Friedrich, en honor a Federico I, era la calle del vicio en los años 20. Estaba llena de prostitutas y cabarets. Muchos alemanes, que cobraban dos veces al día, dejaban allí su salario.

   En 1791, inspirándose en los propileos del Partenón,se terminó La Puerta de Brandemburgo. Poco después Napoléon quiso llevársela a Francia; se apoderó de la Diosa de la Paz y cuando los alemanes la recuperan la denominarán Diosa de la Victoria.  Hoy es símbolo nacional. Casi icono capitalista.Pompas de jabón para los niños.Un tipo con la camiseta roja de Cocacola estaciona su bicicleta;comienza a vender el surtido de bretzel que lleva en su cesto. Goodbye Lenin.
 El Hotel Adlon se llama así porque allí hubo una fuente de mármol negro decorada con elefantes.Una habitación puede alcanzar los 11500€ la noche. Allí descansaron Chaplin y Greta Garbo.Y el bochornoso pasaje de Michael Jackson asomando a una de sus criaturas por la ventana.

   El Memorial de las víctimas judías por parte de los nazis recuerda el genocidio. El suelo es oscilante. Los niños juegan al escondite. Lo terminó Peter Eisenman en 2005. Las 2700 estelas de hormigón parecen tumbas. No hay un grafitti. No porque la gente sea especialmente respetuosa sino porque están impregnadas con un líquido con el que se pueden limpiar fácilmente.  
   Encima del Búnker de Hitler no hay absolutamente nada. Así se impide que se convierta en un lugar de peregrinación nazi. Cualquier tipo de apología está prohibido.  El Füreh pidió que lo rociaran con gasolina para que no le ocurriera lo mismo que a Mussolini, el escarnio público. El búnker fue tapiado y llenado de agua por los soviéticos por lo que es inaccesible a día de hoy.  Hay quien dice que sus restos se reconocieron por las piezas dentales y fueron llevados para Magdeburgo y sus cenizas tiradas al Elba.

   Cerca del área futurista de la Postdamer Platz está el Ministerio de Finanzas de Alemania. Cámaras de seguridad y rejas en las ventanas del primer piso. No vaya a ser. A diferencia del Estadio Olímpico y el Aeropuerto de Termpelhof se trata del único edificio nazi en el centro de la ciudad. Alojaba, en tiempos ominosos, el Ministerio de Aviación. Su misión era la de rearmarse para la II Guerra. Al frente estaba Goering, que acabaría siendo adicto a la morfina, alcohol y mujeres.

   Ninguno es Charlie. Son un soldado estadounidense y uno ruso. La Garita del Check Point Charlie se llama así por ser el tercer paso que controlaba el paso de zona soviética a la americana.  Alude al alfabeto fonético internacional.  Hoy lo que secciona es el tránsito del centro, Mitte,al barrio alternativo de Kreuzberg. Los coleccionistas pueden comprar máscaras antiguas.
   En Fassbender & Rauch esculpieron los símbolos de la metrópolis: el Reichstag, un trozo del Muro y la puerta de Brandemburgo en chocolate.

   Gerdanmermarkt es la más linda de Berlín. Un oasis. Es la Plaza de la Tolerancia. Muchos de los hugonotes que expulsara Luis XIV de Francia vinieron a Berlín. Los alemanes estaban encantados de conseguir mano de obra barata. Federico I les construye aquí una iglesia en 1704,pero luego hace una luterana para los alemanes. Las iglesias no son idénticas, salvo las cúpulas.  La figura del poeta Schiller y la Sala de Conciertos son jueces imparciales en el duelo estético. Tras cuarenta años en ruinas el templo germano, al sur, fue reconstruido de la devastación del incendio de 1945. Ahora ofrece una exposición gratuita sobre la democracia parlamentaria.


   En la Plaza de la Ópera hizo el 10 de mayo del 33 Goebbels la mayor quema de libros de los nazis. Unos 25000 ejemplares.Sobre homosexualidad, sexo… A Freud le pareció bien. “Si fuese en otra época me hubiesen quemado a mí”. Hacia 1820 dijera Heinrich Heine “Ahí donde se queman libros se acaba quemando también seres humanos”. Curioso. Aunque se refería a la Inquisición.  Hitler venía a la Ópera Estatal a escuchar a Wagner. En esta Bebelplatz también se hallan la Catedral Católica de Santa Eduvigis, de cúpula turquesa, y el Hotel de Rome, 2500€ la noche.

   En el mercadillo de la calle Georgen puedes regatear por joyas, cámaras de fotos antiguas y escoger entre un gran surtido de discos y libros.
   Los primeros asentamientos de la ciudad, apenas 5000 habitantes, se remontan al año 1237. Fue en lo que se conoce como Isla de los Museos, Patrimonio de la Unesco desde 1999. La punta más al Norte es el Bodemuseum, con una generosa colección numismática. A su espalda el Perganon Museum, así llamado por conservar los frisos del altar de Pérgamo. Además hay antigüedades griegas, romanas y de Oriente Próximo. En paralelo descansan el Neues Museum y la Alte National Galerie presidido por la estatua ecuestre del rey Federico Guillermo IV.  El empacho artístico continúa con el Altes Museum, ornamentado con los héroes mitológicos Cástor y Pólux.  El paseo puede terminar en la Catedral cuya cúpula alcanza los 98 metros. En el interior neobarroco hay mosaicos de los evangelistas. Una escultura de la muerte avisa de la presencia de los cadáveres de Federico I y su esposa.
   Bismarck estuvo en la inauguración de la Nueva Sinagoga. Ésta sufrió achaques la noche de los cristales rotos y con los bombardeos aliados de 1943. El oro resplandece en la cúpula.

   El Mercado de Arkona se orienta más a las baratijas y objetos de segunda mano. Globos terráqueos o candelabros de siete brazos.  Los buenos lectores pueden adquirir obras de Zweig, Camus, Brecht o Rilke.    

   A la ribera del Spree conversamos con Marx y Engels. El primero ponía las ideas y el otro las monedas.
 Y ya estamos ante la Fernsehturm, que nos ha vigilado en nuestro deambular por la ciudad de cemento. A la Torre de la Televisión los lugareños le llaman mondadientes. Cuando le da el sol se forma una especie de cruz. Como el pueblo era ateo a ese efecto lo denominan “la revancha del Papa”. Se terminó en 1969 siguiendo la estética del realismo socialista.Con sus 368 metros compite por ser el edificio más alto de Europa.  La esfera es de acero. En sus entrañas un café giratorio. Como en los Simpsons.  La explanada de atrás es la Alexander Platz, que en el pasado acogió un mercado de ganado y lana. El zar ruso visitó Berlín a comienzos del XIX.
   De ladrillo rojo es el Ayuntamiento.  Está decorado con bajorrelieves de terracota. En el friso se representan escenas de la historia de la ciudad. Arriba ondea una bandera rojiblanca con un oso. Un símbolo de Berlín. Alude al mote de Alberto I de Brandenburgo por feo, peludo o gallardo.

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