María Meijide cree
que Duchamp está divinizado. Por su pintura figurativa sufrió rechazo en sus
años universitarios. Fue ella la
encargada de zarandear nuestras neuronas en el primer filocafé de este curso. Escogió
una de las obras del CGAC. Y precisamente fue un cuadro que plasmaba una de las
salas de este museo, de las únicas con vistas al exterior. No hubo exclamaciones de admiración en ese
primer feeling. Al tener una taza
posada en el marco se aproxima a una instalación. Su valor alcanza los 8000
euros. ¿Las pinturas tienen que decirnos algo?
El público comenzó
a expresar sus opiniones. A uno le suscitó decepción en primera instancia. Pero
pronto comenzaron a exprimirle todo el jugo que nos ofrecía.
En la parte
inferior de la imagen, casi una fotografía, hay espacio para un texto casi
difuminado donde destacan las palabras “Fotografías como peles” . Quizá el
autor, el venezolano Juan Araujo, se refería al arte como algo
experimental. Simula premeditadamente a
un folleto de venta. Uno de los asistentes al debate incidía en la incomodidad
que esas líneas le provocaban para poder concentrarse. Al mezclar pintura y
texto sentía “como si le hablasen dos personas a la vez” . En los tiempos fugaces que vivimos, que han
erosionado nuestra capacidad de atención, esos caracteres nos obligan a
pararnos.
Se prescinde
premeditadamente de un contenido dramático. Era esa temática, paisaje, espacio
íntimo o bodegones, la que estuvo reservada antaño para las mujeres pintoras. Una
joven analista cree que el artista se fija en algo banal y cotidiano. Como si
quisiese preservar un sitio por el que pasó muchas veces pero que apenas uno se
detiene a fijarse con atención. Una vocación de registro. Guardar para la
posteridad algo de nuestra sociedad actual. ¿Y si quiso reflexionar sobre los
espacios expositivos de las galerías de arte contemporáneo? Araujo pintó este
óleo sobre madera en lugar de hacer una simple fotografía, que es más rápido y
cómodo. La maestría en la técnica y armonía en las formas en ningún momento se
puso en duda.
Hubo
interpretaciones más osadas. Una tenue mancha
en la pared, de abandono o humedad, sería hipotéticamente una proyección de una
figura humana. Reverbera el reflejo del
suelo en esta obra de gusto minimalista.
Y más cábalas. Se convertiría en hiperrealista
si en este espacio vacío hubiese dos mujeres fregando el suelo o dos varones
flirteando entre sí.
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