miércoles, 7 de septiembre de 2016

Interpretar un cuadro



Filocafé del CGAC del curso (4-9-2016)


   María Meijide cree que Duchamp está divinizado. Por su pintura figurativa sufrió rechazo en sus años universitarios.  Fue ella la encargada de zarandear nuestras neuronas en el primer filocafé de este curso. Escogió una de las obras del CGAC. Y precisamente fue un cuadro que plasmaba una de las salas de este museo, de las únicas con vistas al exterior.  No hubo exclamaciones de admiración en ese primer feeling. Al tener una taza posada en el marco se aproxima a una instalación. Su valor alcanza los 8000 euros. ¿Las pinturas tienen que decirnos algo?


   El público comenzó a expresar sus opiniones. A uno le suscitó decepción en primera instancia. Pero pronto comenzaron a exprimirle todo el jugo que nos ofrecía.



   En la parte inferior de la imagen, casi una fotografía, hay espacio para un texto casi difuminado donde destacan las palabras “Fotografías como peles” . Quizá el autor, el venezolano Juan Araujo, se refería al arte como algo experimental.  Simula premeditadamente a un folleto de venta. Uno de los asistentes al debate incidía en la incomodidad que esas líneas le provocaban para poder concentrarse. Al mezclar pintura y texto sentía “como si le hablasen dos personas a la vez” .  En los tiempos fugaces que vivimos, que han erosionado nuestra capacidad de atención, esos caracteres nos obligan a pararnos.

   Se prescinde premeditadamente de un contenido dramático. Era esa temática, paisaje, espacio íntimo o bodegones, la que estuvo reservada antaño para las mujeres pintoras. Una joven analista cree que el artista se fija en algo banal y cotidiano. Como si quisiese preservar un sitio por el que pasó muchas veces pero que apenas uno se detiene a fijarse con atención. Una vocación de registro. Guardar para la posteridad algo de nuestra sociedad actual. ¿Y si quiso reflexionar sobre los espacios expositivos de las galerías de arte contemporáneo? Araujo pintó este óleo sobre madera en lugar de hacer una simple fotografía, que es más rápido y cómodo. La maestría en la técnica y armonía en las formas en ningún momento se puso en duda.

   Hubo interpretaciones más osadas.  Una tenue mancha en la pared, de abandono o humedad,  sería hipotéticamente una proyección de una figura humana.  Reverbera el reflejo del suelo en  esta obra de gusto minimalista.  Y más cábalas. Se convertiría en hiperrealista si en este espacio vacío hubiese dos mujeres fregando el suelo o dos varones flirteando entre sí.

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