jueves, 22 de septiembre de 2016

Historia de las demencias

Conferencia en Santiago por la Semana del Alzhéimer
sobre los pensadores que se ocuparon de analizar el cerebro (19-9-2016)

   El neurólogo Juan Manuel Pías Peleteiro no pretende hablar sólo del alzhéimer, epónimo que reconoce es el más comentado de toda la medicina.
   Ya hay testimonio de cuidado de mayores y enfermos en Atapuerca.  Una niña sufría un problema en su cerebro que no crecía. Y pese a ser un lastre para la comunidad aguantó con vida hasta los once años. Esto demuestra que siempre que hay un paciente que sufre habrá una persona, al menos, que ha de soportar toda la carga física o psicológica. Como el Atlas del Toral.  

   Hipócrates de Cos, muy sagaz, ya defendía que las facultades estaban en el cerebro. Aristóteles en cambio seguía apostando a que estaban en el corazón.   Ya en Grecia Clásica creían a partir de los 49 años el cuerpo y la mente comenzaban a declinar.
   Cicerón en su tratado sobre la senectud en cambio prueba que los ancianos conservan las facultades si continúan con interés y ejercicio.
   Vicente Risco escribió un libro sobre la historia de Galicia. Cuando trata la época romana describe “a los criminales los despeñaban pero respetaban sumamente a los ancianos, a los que reservaban los primeros puestos en los banquetes.”


    Dando un salto gigante hasta el XII llegamos hasta El Códice Calixtino, gracias a Dios recuperado en su versión original. Allí se dice que el Apóstol Santiago tiene cura para gran parte de las enfermedades; muchas de ellas son neurológicas: lunáticos, amentes… Tmabién de los tremulares que haría referencia a los que sufren párkinson.


   En la centuria siguiente vive Roger Bacon. Porque el filósofo escolástico y franciscano apoyaba la tesis de Hipócrates de Cos.
   El Bosco pintó la curiosa obra “Extracción de la piedra de la locura”. Científicamente no existe pero en cerebro si que se pueden llegar a encontrar algunas áreas calcificadas.
   En el XVI Philip Barrough hizo un libro muy exhaustivo sobre las enfermedades desde la cabeza a los pies. Ya habla, claro está, de la pérdida de memoria.
   Shakespeare y Cervantes ya hablan de dos dementes. El Quijote, que padecería con total seguridad cuerpos de Lewy, es cinco años más viejo que El Rey Lear. Ambos abusan de idealizaciones delirantes.
   El doctor Thomas Willis clasifica en el XVII los distintos tipos de demencias. Por traumatismos, abuso de alcohol, por opiáceos, asociada a la epilepsia, secundaria a la apoplejía… La estupidez no puede curarse pero sí corregirse.
   Hoy sabemos que para combatir muchas enfermedades es vital la detección precoz.  Así que viene al caso una de las píldoras de Benjamin Franflin. “Una puntada a tiempo puede evitar dar nueve puntadas”.
   La psiquiatría nace a finales del XVIII en Francia. Por entonces Philippe Pinel es partidario de la cura moral. Que la parte sana cure a la enferma.
   Antoine Bayle constata que a consecuencia de muchas enfermedades se inflama el cerebro.

   Ya en el siglo XX Alois Alzheimer y su discípulo Gaetano Perusini son quienes descubren los filamentos que hay en los cuerpos neuronales.

   El ya célebre médico Gregorio Marañón decía que para diagnosticar a un paciente sólo hacía falta dedicarle todo el tiempo necesario, un bolígrafo y un papel.

   Leonard Cohen afirmó que la demencia no es una forma de envejecimiento normal sino algo patológico. El artista, de más de ochenta años, envejece de forma saludable y normal.

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