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Su nombre procede de uno de los jefes aborígenes en el momento de la llegada de los españoles. Esta ciudad de más de dos millones de habitantes también se conoció como la "llave de América", dadas sus ventajas estratégicas.
Multitud de personalidades de todos los tiempos se vieron atraídas por "la ciudad de las columnas", como así la conocía Carpentier. A mediados del XIX el nacionalista Garibaldi la visitó para concienciar de que la emancipación era algo posible.
Eça de Queirós, famoso por su manejo de la pluma, llegó a ser cónsul de Portugal en la Habana. En los años cuarenta fue lugar de recreo de millonarios americanos, tal es el ejemplo de Frank Sinatra.
El encanto de un malecón que no es más que un rompeolas, un quitamiedos de piedra asomado al mar. Os juro que me costó ver como un juego inocente, que lo era, el chapuzón de unos niños con una balsita. La pesca privada está prohibida no vayan a llegar confundidos a Florida.
Si una casa está en ruinas no hay prisa por arreglarla pues seguro que hay otra cerca de tiempos coloniales que le robara protagonismo. Patrimonio de la Humanidad sí, pero las cosas en Cuba marchan con calma.
La anciana canosa que calza deportivas y simula fumar un puro se hizo un hueco en la historia a la vera de la Bodeguita del Medio; anhela que la retraten para llevarse un peso pero yo aprovecho el bullicio para que sea gratis.
Seis pesos por un daiquiri en el Floridita me parece excesivo, por mucho Hemingway que fuese. Tampoco voy a gastar mi calderilla en alquilar un coche de caballos o un bici taxi, lo dejaré para mis "próximas" visitas a Sevilla y China respectivamente. Un retrato a rotulador en menos de un minuto me parece más entrañable, aunque mi silueta parezca la de un anciano.
El capitolio, de estilo neoclásico, nació en 1929 como palacio del dictador Machado. ¿Cuándo si no iba a servirles Estados Unidos como ejemplo? ¡ Hombre, aquí dentro también hay un kilómetro cero, como el de Madrid! Pueden presumir que la colosal estatua dorada de la República, por muy oscura que salga en mis fotos, está en el podio de las más altas del mundo bajo techo.
Uno no podía perderse la experiencia del Tropicana, el paraíso bajo las estrellas. Sus luminosos nos recuerdan que sigue vivo desde 1939. Ambiente muy fino, piscolabis de salados un tanto minimalista y vedettes con plumas moviendo las caderas. Pero eso de contemplar el espectáculo sentados me provoca alguna cabezadita.
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