Ciclo ¿A dónde vas peregrino?
Conferenciante: José Carro (pregonero en las Fiestas del Apóstol de 1976,
primeras a las que asistió el Rey Juan Carlos).
*Edición reducida publicada en El Faro de Vigo
(19-8-2015)
Conferenciante: José Carro (pregonero en las Fiestas del Apóstol de 1976,
primeras a las que asistió el Rey Juan Carlos).
*Edición reducida publicada en El Faro de Vigo
(19-8-2015)
Muchos
peregrinos vivían de la caridad. Solían caminar con bordón y calabaza o pera.
La escarcela debía permanecer abierta para dar y recibir. En su viaje de ida
llevaban dos báculos cruzados mientras la concha es el distintivo del que
regresa. Así, se reconocía a distancia que eran hombres de paz.
El primer
peregrino de nombre conocido es el obispo francés Gotescalco que vino con gente
de su diócesis en el 950. Era muy
excepcional que las mujeres vinieran solas.
Pero como los peligros eran furibundos muchas veces hacían pactos de
mutua ayuda con otros romeros.
Había una red de
prostitución en el Camino constatado ya en siglo XII. “Nada hay nuevo bajo el
Sol”. Las mozas de los mesones, la Maritormes de El Quijote,se incorporaban al lecho de los peregrinos. Por
entonces, ya era un universo paneuropeo, con presencia incluso de griegos.
A lo largo del
Camino había devociones secundarias. Mujeres pedían sanarse de “posesiones
diabólicas”. Se cree que esos movimientos incontrolados y cambio de voz se
debían a casos de epilepsia.
Hay referencias a mujeres en cuatro de los
veintidós milagros del Libro II del Códice
Calixtino. En el tercero viene un francés a pedir fecundidad en 1108. De
regreso a casa yace con su esposa y nace un niño.Cuando este ya es mozo vienen
en familia en peregrinación de agradecimiento. En Montes de Oca el joven
fallece y la madre recrimina al Apóstol habérselo arrebatado. Santiago lo
resucita. En el milagro seis un
caballero sale en estampida de Poitou ,suroeste de Francia,para no contagiarse
de una enfermedad.Parte con su mujer e hijos en 1100.En Pamplona expira su
dama y un injusto hospedero les roba. Una persona les sirve ayuda;era el Apóstol.
En el dieciséis tres caballeros se topan con una anciana sola. Para que no
cargue uno de ellos le lleva el atillo donde porta su ropa. También auxiliará a
un enfermo montándolo en su caballo. Visitan la Catedral pero el buen
samaritano enfermó y todos lo socorren. El hijo de Zebedeo le restituye la salud
por su alma caritativa. Cuenta el milagro veintiuno que hacía peregrinación
impretoria un borgoñés que andaba arrastrándose.Lo acompañaban su mujer, que lo
cuidaba, y dos criados que conducían los equinos.Al llegar al templo se
quedaron rezando en la intimidad de la noche. A la tercera vigilia el Patrón
de España sanó la movilidad de sus miembros.
Alfonso III el
Magno y doña Jimena le regalaron en el 899 una cruz a la iglesia compostelana. La original desapareció a principios del
XX; ¿Y si la sustrajo el ladrón de guante blanco Arsenio Lupin? Las donaciones
de personajes insignes a la Catedral eran constantes. Muchas de ellas no han
llegado a nuestros días. En el XII ya se contabilizaban trescientas cruces de
metales nobles.
Fernando I, esposo de Sancha, reconquistó
Coímbra en 1064 bajo el patrocinio del Apóstol.
Fernando e Isabel
vinieron de visita a Santiago en 1486 y mandaron construir el Hospital Real. Se hizo efectivo tras los fondos
conseguidos en la conquista de Granada. En la portada se ven sus bustos, a la
izquierda su escudo de armas y a la derecha el del emperador Carlos I. La pareja no daba
tenido hijos. Se lo piden a Juan de Ortega, cuyo sepulcro tenía fama de
proporcionar fecundidad. Les nacen todas niñas salvo Juan, que sobrevive solo
diecinueve años.
Catalina de Aragón pasa por
Compostela en el año santo de 1499. Se dirigía a Coruña para zarpar hacia a
Inglaterra para casarse con Arturo de Gales. Asistió a misa y contempló como se
desprendió el botafumeiro sin causar víctimas.“Como si tiraran una bombarda”dicen las crónicas de la época. Él enferma y muere sin haber consumado el
matrimonio. Ella contrae segundas nupcias con Enrique VIII, que era “ligero de
cascos”. Pronto el monarca se enamora de Ana Bolena y pidió al Papa la
anulación de su matrimonio. Ella no cederá un milímetro. Se libró de la muerte
por ser hija de unos reyes tan poderosos. Así, por un capricho de cama, Enrique
rompe con Roma y crea la Iglesia Anglicana.
Tirso de Molina
en La Romera de Santiago cuenta en
verso como un conde forzó a La noble Doña Sol que viniera pidiendo
limosna. Mariana de Austria, madre de
Carlos II, regaló a la Catedral dos cornucopias de plata dorada con piezas de
oro y piedras preciosas.
En diciembre de
1743 peregrina a pie el italiano Nicola Albani. Tras su paso con Compostela
decidió desplazarse a Lisboa para negociar allí que lo llevasen en barco a
Nápoles. A la altura de Redondela unos pescadores le ofrecieron sardinas. Una
vez en el albergue llegaron dos peregrinas castellanas. Una de ellas, muy
bella, lo quiso acosar y él la rechazo pues “tenía el cuentakilómetros
espiritual a cero”. Se sintió mal porque el hospedero la acabó expulsando.
María de
Guadalupe, sexta duquesa de Aveiro y gran mecenas de las artes , regaló una
representación de la batalla de Clavijo. En tiempos de Isabel II, vienen como
delegados regios los Duques de Montparsier. No sólo hacen una ofrenda a título
personal de mil ducados de oro y la copa de plata que los portaba.
Como santuario
nacional se ideó hacer un panteón real. No llegó a fraguarse en el tiempo por
los distintos intereses, por el difícil traslado de los cadáveres por la
península… Hubo un incendio en la
Capilla de las Reliquias en 1921 pero los daños no fueron cuantiosos. Además de
tres monarcas, hay dos reinas enterradas.
Está Doña Berenguela, esposa de Alfonso VII de León, que yace junto a su
hijo Fernando II y su nieto Alfonso IX. Y Juana de Castro, consorte por su
matrimonio con Pedro I el Cruel.
También tenemos
santas como Isabel de Aragón,reina de Portugal. Al quedarse viuda de Don Dinís
se hace terciaria clarisa. Vino a la Catedral el día de Santiago, donó sus
ropajes reales y se reviste con el hábito pardo. Recibió como presente un
báculo en forma de te, el que portaban los arzobispos y el que lleva el Apóstol
en el Pórtico de la Gloria. Este báculo apareció cuando abrieron su tumba en el
XVII. José Carro presume de que, en un acto
de íntima confianza, se lo prestaron para llevar en sus ponencias
internacionales.
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