lunes, 24 de agosto de 2015

La Peregrinación en Época Moderna

Conferencia de mi maestro.
19-8-2015, Hostal de los Reyes Católicos


   Ataño se decía que las peregrinaciones florecieran durante el Medievo y luego decaerían progresivamente hasta el Xacobeo 93. El profesor Lopo, mi favorito aunque me llevara a septiembre, desdeña esta visión apriorística. En la Edad Media no hay documentación para cuantificar. Y hubo factores que la frenaron como la Guerra de los Cien Años o la Peste Negra de 1348.

 
   La peregrinación evolucionó de manera oscilante en la Edad Moderna, en vaivén. Hubo instantes de esplendor intercalados con otros de atonía a causa de guerras, hambres…  Así, en 1589 Francis Drake llega a Coruña con la intención clara de destruir la Catedral; las reliquias se ocultan pero no supuso un trauma porque todo el mundo sabía que estaban bajo el altar mayor.


   Se siguen fundando hospitales como el de Padrón, Tui, Mondoñedo o Vilar de Perdizes, en Tras-os-Montes. Y se remodelan otros como el de Burgos, Roncesvalles o Santiago. Los santuarios de peregrinación se multiplican por toda España. Y no dejan de publicarse diarios y guías de peregrinos.  Desde Felipe III a Carlos IV todos los reyes hacen donativos y mandan delegación en cada Año Santo. En El Quijote Sancho, que encarna el espíritu popular, ofrece toda la comida de su morral a unos peregrinos alemanes. Eso demuestra que eran seres respetados.  Si la peregrinación estuviera trasnochada los pícaros o coquillardos no sobrevivirían.

   Épocas doradas fueron los años santos de 1660 y 1666. En el Convento de San Francisco incluso los peregrinos llegaron a dormir en el claustro. También fluye a mediados del XVIII a pesar de las críticas del Racionalismo. En 1765 el Padre Feijoo dijo que las muchedumbres parecían enjambres. El napolitano Nicola Albani vino en dos ocasiones, 1743 y 45. Al pasar por el sur de Francia pedía limosna y le aconsejaban por donde debía ir. En El Escorial lo acoge una familia que nunca empezaba a comer antes él. Narra que en la Catedral había gente también de noche.

 
   El Concilio de Trento avala las peregrinaciones. Los erasmistas, humanistas y la devotio moderna lo veían como folklórico; promueven una religión más interior pero queda reducida a círculos muy intelectuales.   El cardenal Baronio denigró el Camino pero hubo muchos escritos de réplica como hizo el propio Urbano VIII.   A su vez La Reforma Protestante gana adeptos en Europa. Pero la peregrinación a Santiago era un fenómeno tan vivo que Lutero la cita hasta en doscientos treinta y seis veces. 

  En Galicia El Apóstol no era un Santo muy popular porque cobraba el Voto de Santiago,tributo muy contestado. De hecho Santiago y Jacobo no son nombres comunes entre la gente. No son muchas las cofradías dedicadas al Santo. En la obra Las aventuras de Pedro Urdemales se leen que los orensanos “de cien no irá uno” a Compostela.El fervor lo suscitaba San Andrés de Teixido. La situación no mudará hasta el XIX cuando se convertirá al fin en un elemento identitario.
 
  El fenómeno jacobita siempre estuvo muy arraigado en Francia. La sempiterna rivalidad de Carlos I y Francisco I y las guerras de religión cerraron el grifo en el XVI. Pero ya Felipe II se alarma pensando si los peregrinos galos iban a apoyar al candidato portugués Don Antonio con el que estaba en guerra. Luis XIV y Luis XV, su sucesor, dictaron reiterada legislación prohibitiva hacia la peregrinación. “Los historiadores sabemos que si una ley se repite es porque no se cumple”. Se ha estudiado que aquellos que venían como temporeros procedían de zonas diferentes a los romeros. Los jornaleros, peones o aguaderos competían por trabajo con los gallegos en Madrid o Cádiz. La Revolución Francesa cambiará la situación drásticamente, iniciándose una centuria agonizante. En el XIX los españoles ya sobrepasan el ochenta por cien.

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