martes, 11 de agosto de 2015

Culto a Santiago y peregrinaciones marítimas


Notas de la conferencia de José Carro Otero
Dentro del Ciclo "¿A dónde vas peregrino?"
que se celebra este verano en el Hostal de los Reyes Católicos

*Versión reducida publicada hoy mismo en El Faro de Vigo
y el 15 de Agosto en La Opinión.

   El Apóstol vino a Santiago dos veces por mar. Una en vida. El pescador del Tiberíades se convirtió en pescador de almas. Vino a predicar a Hispania. Arribó a Cartagena y cruzó la Piel de Toro. En Zaragoza se le apareció la virgen en carne mortal; difiere de otras apariciones marianas, como Fátima o Lourdes, donde desciende de los cielos. María convenció al Hijo del Trueno para que tuviese paciencia.Santiago hace brotar agua horadando en la campiña de Santiaguiño do Monte. En suelo luso suma un discípulo, Pedro de Rates, y lo consagra como primer obispo de Braga.

   Ya muerto lo trajeron sus discípulos Teodoro y Atanasio en una barca pétrea.  En Maia, al norte de Porto, se produjo el milagro de las conchas. Un caballero que iba a casarse avistó la sagrada navegación y su corcel enloqueció y se arrojó al mar; no fallecieron. Jinete y caballo emergieron cubiertos de conchas de vieira. Desde entonces la parte cóncava, como un mano abierta, pasó a simbolizar la caridad. Llegaron a Iria Flavia y ascendieron el Ulla a contracorriente. Tuvieron que negociar con la reina Lupa para poder trasladar  el cuerpo hacia el interior. “No lo inhumaron en un campo de vacas sino en una necrópolis”. Como un mausoleo. A partir de ahí se hizo un primer estuche, la catedral, y otro envoltorio, la ciudad de Santiago.
   Decir que está aquí enterrado Prisciliano es una “majadería sin fundamento”. Lo único que comparte con el apóstol es que fue decapitado. Fue una historia que urdió Sánchez Dragó. Dijo que aparecieran sus restos en las excavaciones que hizo López Ferreiro en 1879.




   La peregrinación a Compostela se activa tras el hallazgo de la tumba en el Monte Libredón por el anacoreta Pelayo en el 813.    La bula de Calixto II de 1122 le concede el privilegio jubilar. Decisiva fue la amistad que tenía con el papa y la Casa de Borgoña el arzobispo Xelmírez.


   Roma hubo de esperar a la de Bonifacio VIII en 1302.Allí los años santos son cada veinticinco. Los romeros a Compostela siempre tuvieron un reconocimiento mayor que los que partían a la Ciudad Eterna por su lejanía espacial y la difícil orografía del Norte de España. “Prefiero ir a Roma cinco veces por mar que una por tierra a Santiago” dijo el inglés Andrew Boorde en el XVI.

 
   Hubo una peregrinación improvisada en 1147.Era una expedición militar teñida de religiosidad. Una flota de trescientos cincuenta navíos que venían de un encuentro en el Canal de la Mancha tomó abrigo en A Coruña a causa de un temporal. Los cruzados aprovecharon para venir a Compostela. Los que partieron antes de nueve días sufrieron naufragios por su imprudencia. Los demás tuvieron que entrar en el estuario del Duero para examinar sus navíos y abastecerse de víveres. El obispo Pero Pitoes le comunicó a Alfonso Enríquez la llegada de los forasteros. Y el monarca aceptó ayudarles a cambio de que luchasen con sus tropas en la reconquista de Lisboa, que se llevó a cabo con éxito. Un ensayo para Tierra Santa.

   A finales del XV peregrinó el obispo de Erzican, al noreste de la actual Turquía. Se lo tomó con calma, siete años entre ida y vuelta. Hizo una parada para visitar en Roma a Inocencio III.

 
   En 1865 María Pía de Saboya pretendía ir desde Lisboa a la costa francesa para desde allí desplazarse al reino de Piamonte. Zarparon en el buque Mindelo, ya de vapor, flanqueado por dos fragatas. Por las vicisitudes del mal tiempo, la reina consorte de Portugal se sentía muy mareada. Dos meses atrás había dado a luz a su segundo hijo.  Se trazó un itinerario alternativo desde Vigo. Así, de incógnito pero con una comitiva de lujo, entra en Santiago en octubre.



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