viernes, 13 de diciembre de 2013

El adalid de la provocación

Perfomance de Leo Bassi en Compostela (Abril 2012)

A nadie le extrañó ver a Leo Bassi vestido de gaiteiro en la plaza del Obradoiro. Había contactado con veinte folklóricos pero tan sólo se presentaron tres.
Suficientes para insuflar un espíritu celta. Recordando el texto de Ramón Chao, y con la comisura de los labios ya reseca, comenzó su apología a Prisciliano. Fue decapitado en Tréveris en el año 385 por hacer ritos en los bosques e intentar que las mujeres entrasen la Iglesia Católica. “Tendría una visión de lo que hoy se llama teología de la liberación”. Sus seguidores logran repatriar sus restos y fue honrado aquí durante siglos. Es muy posible que el cuerpo que está en la cripta no sea el del Apóstol.“Veinte arqueólogos me lo han confirmado”. “Si Santiago llegó en un barco de piedra entonces sería un submarino o el Titanic”.

Xosé Barato y el mago Teto no se perdieron la ofrenda floral; finalmente posó el ramo en el limbo de la Catedral. “No soy tonto. Respeto las creencias”. Se arrodilló y miró a tierra. Comenzó a nebrear. Misticismo.Volviendo al universo laico, fue acompañado por Rafa Villar al Ayuntamiento pero se les denegó el acceso a la rueda de prensa concertada. El portavoz del BNG prometió pedir “responsabilidades políticas por ese atropello democrático”. Iván Prado, director del Festiclown, lamentó que este año no se pueda celebrar el festival pero“no hay marea azul que nos impida conectar con el público”.

El Martes quedaron apagadas las luces del Principal pero el bufón, orgulloso de su independencia, pagó el alquiler en la facultad de Periodismo. No hace magia ni hipnosis pero sabe jugar con las emociones. Se excita provocando adrenalina con su sadismo Light. Caracterizado de Benedicto XVI clamó por el uso del condón. Critica las multinacionales, parodia el estilo de vida de los pijos… Su límite, el divertimento del publico. No ofende con chistes sexuales ni racistas. Pero su osadía exacerba el odio de sus enemigos. El discípulo de Baruch Spinoza se despide con moraleja, mantener una actitud crítica en la vida.

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