sábado, 25 de febrero de 2017

Historia y mito en Compostela

   Nos reunimos al mediodía en la Plaza más menuda de las que rodean la Catedral. Muchos paraguas amarillos. Hoy sombrillas. Celebramos el Día Internacional del Guía Turístico. En el Museo de la Ciudad promocionan a bombo y platillo la fiesta de la Arribada de Baiona.
   La fachada es la única románica de la Catedral. Pero es un popurrí de parches. Por ejemplo, Las esculturas de Adán y Eva que tapan su sexo proceden de Azabachería. El tímpano de la derecha recoge la historia de Jesucristo hasta su regreso, aún débil, tras la resurrección. Si nos fijamos bien apreciaremos unos arcos inacabados de la época de Fonseca.
   La ciudad puede que no adquiriera su nombre por ser un campo de estrellas. La etimología nos echa un cable. Procedería de compost de reducido tamaño por haber un camposanto bajo el templo sagrado.   En el Obradoiro,taller de canteros,mandaron Isabel y Fernando construir un Hospital Real. Pero con más afán de controlar al Arzobispo que de curar las llagas de los romeros. Los médicos recibían órdenes directas de un gobernador.
   En la Quintana estaba la Puerta Real para el acceso de los monarcas. Arriba había un Santiago Matamoros que se cayó por las inclemencias del tiempo. No fue remodelado. Por la Puerta Santa se accede al ábside. Todavía hay presos belgas y holandeses a los que le conmutan la pena si hacen la peregrinación y la culminan entrando por ese portal de misericordia. En el muro del monasterio de San Paio de Antealtares hay una placa en homenaje al Batallón Literario. Los estudiantes aguantaron siete meses al Ejército Napoleónico. Los franceses se apoderaron del argénteo botafumeiro y lo fundieron; así hicieron monedas para pagar a sus tropas. 
   La Fachada de Azabachería es neoclásica. Dos reyes cristianos arrodillados rinden pleitesía a Santiago. Ante la Puerta del Paraíso había una fuente del siglo XII donde se aseaban los penitentes. En el tejado quemaban sus ropajes ante la Cruz de los Farrapos.


   Los peregrinos se perdían por la Plaza de Cervantes. El mito dice que continuaban en línea recta y consultaban a los lugareños si iban bien. De ahí vendría el nombre de Preguntoiro. Pero la realidad es otra. Allí, junto al antiguo ayuntamiento, impartía sus pregones el alcalde.
   La calle de la Conga se denomina así por las casa de los canónigos. Y Rúa Nova porque en el XVII se urbanizó destruyendo tramos de la muralla con cierta amplitud y sentido comercial.

   A menudo vemos paneles con la inscripción “Seguros Mutuos”. Aluden a una red que se hizo en Galicia para prevenir el patrimonio del fuego. Había muchos inmuebles de madera. Aún se aprecian dos en unos soportales frente al Salón Teatro.
   También tiene su jugo la heráldica. Los yelmos aluden al cabeza de familia. Si miran a la derecha son hijos legítimos; si otean a la izquierda suele asociarse con los bastardos. 

   El Casino era un club de caballeros donde no se jugaba a las cartas. El acceso estaba acotado solo a hombres; las mujeres cuando se referían a ellos desde fuera decían “piojos verdes”.

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