miércoles, 25 de febrero de 2015

Pavores

*Introducción a la conferencia de Valeriano Bozal sobre los monstruos en el arte

Paraninfo de la Facultad de Historia de la USC (Jueves, 19-2- 2015)

   Se bajó el telón por este curso de las ponencias de la Fundación Barrié. Javier López soltó una primicia,la intención de incluir la facultad de Bellas Artes de Pontevedra como nueva sede. Valeriano Bozal fue reclutado por tercera vez. El catedrático de la Complutense se ciñó escrupulosamente a su tiempo. Se abrió el coloquio en el abarrotado Paraninfo y nadie se atrevió a alzar la mano. Quedé con ganas de suplicar ”¿Puede extenderse cinco minutos más?”. Fui cobarde.

   Llegó con el cometido de hablar de lo contrario de la belleza, los monstruos. Esta temática aparece en las artes visuales desde la antigüedad. Encontramos cabras con dos cabezas, ángeles rebeldes que caen al infierno y transformas en garras sus alas…

   En el siglo de oro también hay monstruos como la mujer barbuda.  Aparecen en la literatura religiosa, en concreto en los sermonarios.  En el siglo V el poeta Aurelio Prudencio escribiera la Psychomachia que narra la lucha entre vicios y virtudes.Los pecados capitales son monstruosos. Así, la ira es un monstruo de boca espumeante;la molicie es una borracha de lánguida voz; la discordia es bestia nefasta.  Son monstruos que aterran a un pueblo de mayoría analfabeta.



   Desde John Milton y especialmente en el XVIII se produce un cambio sustancioso en la teoría del arte. Se hace énfasis en lo pintoresco, que podría ser un arroyo, unos jardines… Pero también se hace hincapié en lo sublime; se trata de algo desmedido y majestuoso pero siempre en relación a un sujeto. Siempre ha de causar admiración y respeto. Ejemplos adecuados serían un pico montañoso, tormenta, desierto, un descomunal oleaje…

 
   A mediados del XVIII Edmund Burke hace una indagación. Cree que lo sublime ha de provocar terror. Algo que ponga en riesgo nuestra existencia. La noche y el silencio que tanto aparecen en Burke serán constantes en Goya.  Amigos del maño, a los que retrató con esos libros, tradujeron al español la obra del británico y acercaron sus tesis al pintor de cámara de Carlos IV.  

   El escocés Hugh Blair escribió Lecciones sobre la retórica y las bellas artes, que también fue traducido enseguida. Introduce un elemento nuevo, lo sublime moral. Estamos ante un héroe que arriesga su vida, en una batalla o salvamento, sin esperar ningún beneficio. Es el héroe que se venerará en el romanticismo y en Las Pintura Negras de Francisco de Goya y Lucientes. (Abajo, divisamos su desgarrador Naufragio )


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