martes, 20 de enero de 2015

El Pórtico de la Gloria


    La Fundación Pedro Barrié de la Maza acometió una restauración para frenar el deterioro que sufre la estructura pétrea y las capas pictóricas del Pórtico de la Gloria. La intervención en la fachada occidental se debe a los problemas de humedad y filtraciones de agua que ocasionaba. Con el único objetivo de conservar intacta esta Biblia en piedra que simboliza el Hades. Las próximas generaciones tienen derecho a contemplar este legado artístico del Románico Tardío o Protogótico.

   Sólo la arcada central tiene tímpano. Allí se aprecia la segunda venida de Cristo descrita por San Juan en el Apocalipsis. El triunfo de la fe sobre el dolor y la muerte. Jesús enseña las llagas en la palma de sus manos.

 
   Rodean a Cristo los cuatro evangelistas, que escriben en pergaminos y estaban decorados en oro. El visionario Juan, de sonrisa introspectiva, con un águila. A San Mateo no lo rodea ningún animal simbólico. Lucas, relacionado con el sacrificio, está con un buey. Un león, símbolo del poder, acompaña a San Marcos. A su vera, los ángeles portan los instrumentos de la pasión. La columna de fragelación, la cruz y sus cuatro clavos, la corona de espinas, la lanza que le clavaron en el costado, el látigo para azotarle y la caña para acerarle el vinagre con su correspondiente jarra. Los bienaventurados, con el aura de inocencia de las almas sin pecado, están coronados con la diadema del triunfo.

 

 

   En la arquivolta están los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. Los representantes de los pueblos de Israel.  Afinan sus instrumentos para entonar músicas divinas.  Portan redomas con perfumes que simbolizan la oración de los santos. Entre los instrumentos de cuerda que tocan están la fídula, el salterio o el arpa, tan robusta y portátil como las irlandesas o bretonas. Los dos viejos que ocupan la posición central se atreven con el organistrum; uno maneja las teclas del mástil mientras el otro acciona la manivela.

 
 
   El Apóstol, sentado en la silla episcopal,  sujeta “el báculo en tau” propio de los arzobispos compostelanos. Sujeta con la mano derecha una filacteria en la que se lee “Me envió e Señor” en referencia a su labor evangelizadora. Transmite la idea de bondad divina tan bien como el Beau Dieu del parteluz de la Catedral de Amiens, realizado casi cuarenta años más tarde.



   En el Parteluz se describe la genealogía humana de Cristo según la profecía de Isaías. En la columna de mármol o árbol de Jesé están Adán, María y, ya en el capitel, la Santísima Trinidad.

   El pilar derecho del Pórtico, donde se palpa más el deterioro,  corresponde al Nuevo Testamento. Vemos una elegante coreografía de gestos y miradas entre los apóstoles más afines a Cristo. San Pedro, con sus llaves, San Pablo, con un libro abierto, y Santiago mirando a San juan.

   En el pilar izquierdo, el del Antiguo Testamento, están los profetas Moisés, Isaías, Daniel y Jeremías.  El visionario Isaías, que aún conserva abundante policromía, destaca por su contorsión gestual e intensidad expresiva. Según los expertos, es precursor de la Terribilitá del Moisés de Miguel Ángel.  El célebre Daniel mira con júbilo hacia una Nueva Era. Su archiconocida sonrisa demuestra el triunfo de la fe sobre la idolatría. Está inspirado en la reacción del profeta ante el río Ciro narrado en la Biblia.

 
   La espera en el infierno por la llegada liberadora del Mesías se esculpió en el arco de la derecha. Incluso encontramos en la arquivolta inferior a Adán y Eva, desnudos, y a un Cristo imberbe.

   En el arco de la izquierda, el Juicio Final. Los bustos de Cristo y San Miguel separan elegidos de condenados. Serpientes y demonios muerden a los pecadores en lenguas y genitales. Uno intenta devorar sin éxito una empanada pero un reptil, amarrado alrededor del cuello, se lo impide.

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