viernes, 13 de septiembre de 2019

Después de Lope

*Exposición en la Casa Museo Lope de Vega



   Las interpretaciones de Fuenteovejuna fueron paradójicas. Ideologías opuestas, como la Rusia revolucionaria y la Alemania Nazi,aprovecharon desde su óptica la rebelión del pueblo contra las injusticias y el uso de la fuerza contra la opresión. En 1935 se estrenó en Hamburgo con énfasis en los aspectos violentos. En Gran Bretaña Theatre Union y Unity Theatre representaron Fuenteovejuna,como forma de apoyo a la República española durante la Guerra Civil y como crítica a la firma del Acuerdo de no intervención.

   La Italia de Mussolini se decantó más por su lado más frívolo, La niña boba. Se eligió una escenografía minimalista. En el elenco estaba la española Pilarín Muñoz. Y después de la II Guerra también hicieron montajes de El perro del hortelano, La dama boba y El anzuelo de Fenisa, poco conocidos en nuestro país.

   Albert Camus, apasionado de los dramáticos del Siglo de Oro español, versionó El caballero de Olmedo, obra que para Lorca representaba el mejor Lope, apostando por una dimensión trágica. Se lleva a cabo en el Castillo del Rey René, dentro del Festival de Angers en 1957, pues se apuesta por llevar el teatro a espacios patrimoniales como ya hicieran antes Max Reinhardt o el propio Lorca. 

La misma pieza, ahora bajo la dirección de Lluís Pascual,  reapareció en el Festival de Avignon de 1992. Destacaba en la escenografía un inmenso campo de trigo que recordaba a la Castilla del XVII.

   En los últimos años hubo más tributos. Laurence Boswell hizo El perro del Hortelano para la Royal Shakespeare Company dentro de una tetralogía dedicada en exclusiva a la escena española. Quiso resaltar la vertiente más juguetona pero a la par trascendente.

   Y el colombiano Omar Porras se encargó de Peribáñez y el Comendador de Ocaña para la Comédie Française en París, compañía que nunca había representado al Fénix.

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