viernes, 25 de mayo de 2018

Chocolate y azabache


*Conferencia de Miguel Taín en El Ateneo de Santiago (21-5-2018)
Habló sobre el viaje a Compostela de Cosme III de Médici, que sería VI Gran Duque de la Toscana


   El profesor tenía un reto. Miguel Taín investigó durante varios años el viaje de Cosme III de Médici y su comitiva a Compostela. En la Toscana hay furor por los archivos sobre el Quattrocento e Cinquecento, esplendor del Renacimiento florentino, y se minusvaloran otras épocas.

  Vino por devoción. Las habladurías dicen que escapaba de su esposa porque no la soportaba. Vivían separados.El príncipe empieza a viajar por toda Europa cuando nace el heredero. Al separarse definitivamente de Margarita Luisa de Orleans la manda a Versalles a un convento.

   Partió desde Livorno en dos galeras.Llega a Barcelona el 29 de septiembre de 1668.Se desplaza en una carroza forrada con pan de oro.Visita Monserrat,Lleida,Zaragoza, Guadalajara y Madrid.Desde allí hace excursiones por Toledo, Córdoba, Granada, Écija y Sevilla. Fue asaltado en Extremadura. De Badajoz a Lisboa; en la ciudad donde muere el Tajo deja la carroza y conoce a varios peregrinos que volvían de Santiago. Sube por Tui, Redondela, Pontevedra y Padrón. 
   El domingo 3 de marzo al atardecer llega a Compostela el príncipe heredero de Florencia. Se aloja en el convento de San Agustín. Al día siguiente entra en la Catedral por Azabachería; comulga en  la Capilla del Salvador, donde se celebraba la misa de los peregrinos y se expedía la Compostela. Venera la imagen del Apóstol.  El 5 de marzo oye misa en San Agustín; por la tarde se entrevista con el arzobispo Ambrosio Spinola en la iglesia de Bonaval. Mantendrían ambos correspondencia durante varios años;el eclesiástico le envió un carro de jamones, lenguados, ostras,confituras y fruta escarchada.  El día 6 vuelve a escuchar misa en San Agustín y la Catedral. Luego se dirige hacia A Coruña donde embarca el 19 de marzo para Londres.

   Era religioso pero aprovechó el largo viaje para darse algunos caprichos. Era fan del chocolate. En Compostela compró azabache, que repartió en la Corte, conchas y medallas en plata del Apóstol. También adquirió muchos libros pero al ir en mulas no podía cargar con objetos de mucho peso. Desde Málaga mandó un barco con 7000 cepas de uva para la Toscana ¿Y si el Chianti procede de ahí?   Desde Lisboa manda búcaros de Setúbal.  Añadió más cargamento desde Londres.   Compró cuadros y unos doscientos pares de guantes.  Incluso capta a artistas hispanos, plateros y perfumeros, para que lo sigan. Se enamora de la cultura española.

   Pier Maria Baldi hizo los bocetos desde Santa Susana y la vaguada de Belvís, algunos montados a caballo. Los originales los hizo en su taller de Florencia. Barrió la zona de Huertas y Senra para limpiar el centro y tener mejor perspectiva de la ciudad. Y se toma alguna licencia como incluir algún frontón que aquí no existía pero eran algo habitual en Florencia.


  Al morir en 1686, Francesco Petrucci tuvo que terminar el trabajo. Baldi empleó tres papeles para representar toda la panorámica, capta la ciudad durante una tormenta.   El temporal afectó los cuatro días que la comitiva disfruta en Compostela. El frío y las lluvias provocaron que estuviese mucho tiempo en el alojamiento. Recordemos que estamos no solo afrontando el Pequeño Período Glaciar sino incluso los picos negativos del Mínimo de Maunder, a fines del XVII.

   La muralla estaba en un estado bastante ruinoso. En Porta Faxeira se aprecia al antiguo escudo de la ciudad. En su exterior, donde está la actual Alameda, se celebraban ferias. Venían productos desde el puerto de Pontecesures. Se cuenta que por aquí residía el verdugo que acometió los pocos ajusticiamientos que se hicieron en la ciudad. Por Porta da Mámoa entraba el vino del Ribeiro.   En la Catedral Baldi pintó las ya desaparecidas Torre del Ángel y la Torre del Gayo.  Se ve también la cúpula recién construida con su linterna; era como el faro que rastreaban los peregrinos que estaban en el Monte do Gozo.  Es mucho más habitual que los relojes estuviesen en los ayuntamientos que en las catedrales; quizá el de la Berenguela se deba a que La Quintana era un espacio mercantil. La Torre del Tesoro, en Platerías, custodiaba objetos de valor del Cabildo.  Antes de existir el Hospital Real los peregrinos acudían a diferentes centros, ahora se focalizan aquí.  Estaban separados por sexos y clases sociales, fuesen nobles, plebeyos o eclesiásticos; podían permanecer cinco días en invierno y tres en verano; si osaban quedarse más tiempo eran considerados mendigos y se les expulsaba.  El Colegio de Fonseca tenía campana para que profesores y alumnos no llegasen tarde a las clases.El Monasterio de San Paio, edificio de celdas para monjas benedictinas y sus sirvientes,  tenía por entonces chimeneas que hoy no se han conservado.   San Agustín tenía un acabado diferente antes de ser víctima de un rayo a finales del XVIII.  El Colegio de San Clemente fue residencia de colegiales de teología y cánones.

   Se conservan los diarios de viaje de Corsini, Gornia, Ciuti y Monsacchi. Aportan valiosa documentación sobre costumbres, monumentos que visitan, recepción de las autoridades, teatro, perfumes, mujeres…

   Según la descripción de Lorenzo Magalotti la Catedral tenía“la típica planta de edificio de pe-regrinación”,la cruz latina.Había perros guardianes en el interior que vigilaban a los transeúntes; hasta finales del XVII estaban en la Capilla de San Andrés. Lorenzo vio la sillería del coro, que hoy está en San Martín Pinario. Le llama la atención la cúpula gótica del crucero.El botafumeiro no volaba a diario; pero Cosme, aunque vino de incógnito, lo disfrutó; quizá porque el Cabildo estaba ya avisado.   El Altar Mayor tenía un retablo de Gelmírez, anterior al Barroco.  Magalotti cuenta que había un relicario; se trataba de un arca del XVI con forma de ataúd sobre la mesa; los peregrinos creían que allí estaba el cuerpo del Apóstol.  Describe además el baldaquino del XV, pirámide de madera pintada por un artista flamenco.  Debajo estaba la imagen pétrea del Apóstol, similar a la del Pórtico de la Gloria. Sin esclavina, con manto y silla.

   Se sorprenden por el número y devoción de los romeros. Y anotan cuatro ritos.  El contacto de objetos religiosos con la escultura del Apóstol. El beso a esa estatua. El abrazo desde la parte posterior según el “ímpetu y frenesí” de cada uno. Hasta diez o quince veces los varones y tres las mujeres que le susurran al oído “amigo, encomiéndame a Dios”. Y, por último, la imposición del sombrero de ala ancha; lo colocaban sobre la imagen pues les dificultaba el abrazo. Así, la imagen cambiaba de aspecto tras la llegada de cada peregrino.

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