viernes, 7 de abril de 2017

Bodegones



XII Café con...  Miguel Vila: Sin objetivo (3-4-2017)
*Promovido por Mareiras Espacio de Arte y Galantiqua

   Pablo Guitián quiso captar a Ana y David para que se casasen en el Palacio del Carmen. Al final las sinergias fueron otras.  Y ya van doce ediciones del “Café Con” para acercar el arte a todos los públicos. “El comisario es importante pero el artista más”.

   En esta ocasión El chef Iñaki Bretal nos demostró que la camelia, reina del invierno, no sólo sirve como ornamentación o para preparar una infusión. Directa al plato. Elena Español la emplea para hacer mermeladas y confituras.  Hasta Lorca la reclutó en sus poemas gallegos.

    Harta de la banalización de la gastronomía en los medios de comunicación, Soledad Felloza asume el reto de que su Nikon inmortalice belleza o denuncia en sus fotografías.



   Juan Monterroso nos aporta su granito de academicismo. Divulgador de cinco tenedores. En las mesas del fondo café, torrijas y otros dulces componen el avituallamiento de media tarde.

   La inquietud por hacer bodegones arrancó cuando los artistas se obsesionaron por captar la luz y textura de los objetos. Se buscaba una representación fidedigna de la realidad. Los primeros de los que hay constancia son los de Pompeya; allí retrataron jarrones, flores, manzanas…
   Muestran la situación económica y el status del interior del hogar. Suelen presentar objetos cotidianos en los comedores o triclinios.

   La imagen que todos tenemos en la cabeza es el bodegón barroco.  En La España del XVII, con Zurbarán y Juan Sánchez Cotán, se solía poner un fondo neutro para que resaltase el objeto. 
Muchas veces están marchitos como ocurría en Caravaggio. Nos encontramos moscas, hormigas o caracoles. Alegorías para representar la breve y fútil existencia.  

   Una obsesión habitual es mostrar la tridimensionalidad con juegos de profundidad. El ardid del pintor es fingir que algo plano tiene volumen.

   El bodegón holandés es más rico y descriptivo. Aparecen líquidos para obtener brillos.  
Los flamencos, Rubens y sus discípulos, recurren a carnicerías y pescaderías.
   El primer bodegón abstracto es un cuadro postimpresionista de Cezanne donde se ven unas manzanas.
   Picasso creará bodegones cubistas mientras que los de Dalí son surrealistas. ¿Quién sino podría fabular un teléfono langosta?





























   Magritte tiene una obra que suscita incertidumbre; un ojo nos observa desde dentro de una loncha de jamón.

   Los bodegones de Miguel Vila se adaptan a la época digital. Fotografía con escáner lo que le obliga a limitarse con el peso. Una vez posó manzanas del tamaño de una aceituna que le robó a su vecina.Son naturalezas muertas con objetos vivos. Emplea fondos planos como en el tenebrismo barroco.    


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