lunes, 29 de septiembre de 2014

Leyendas bosnias

*Un primer contacto con la República de Bosnia y Herzegovina
 
 

 
 
  La entrada en Mostar es intimidatoria. Metralla. Cerca del puente, una uve invertida, se lee “Do´nt forget”.La barbarie de la Guerra. La Unesco tuvo que sacar el cemento en 2004. Florece un bazar a sus orillas. Entre los recuerdos hay bolígrafos dorados elaborados a partir de balas.

 
 
  Suspicacias al adentrarse en la capital. Hace cien años el archiduque Francisco Fernando se dejó aquí la vida. Dos niños de la calle inician la limpieza de mi parabrisas.Apenas sumaban trece años entre los dos. No importó mi negativa. Ya era tarde. Querían cobrar su mano de obra mientras yo me apresuraba a subir la ventanilla. El disco se puso en verde y al pequeño no le importó arriesgar su vida delante del toro.No pestañeó.Las bocinas de los coches me impacientaban. Ni espada ni pared. Agarró mi espejo retrovisor y amagó con retorcerle el cuello. ¿Qué podía perder? Tardó un buen rato en fijarse en otros autos, más limpios y caros que el nuestro.

 
  No aparece el hostal.Pregunto. Un tipo espigado se ofrece a subir al coche y orientarnos. Desconfío.Mi tendal casero a la altura de su cabeza. Hace dos llamadas. Los costes aumentan. Algo debemos ofrecerle. El buen samaritano nos deja a buen recaudo y rechaza la recompensa. Que toda la noche haga vigilia en nuestra calle un coche de seguridad no es muy tranquilizador.

  Una chica se estabiliza con una pierna y una muleta; un soldadito de plomo,una de tantas palomas. Atraídos por las exóticas viandas árabes decidimos comer en el restaurante Cyrano de Bergerac. El patrón nos explicó en la puerta las maravillas de su cocina. Todo lo definía como ”extra”. Pero sus mentiras eran tan largas como el apéndice del poeta francés. Olvidó preguntarnos con el líquido mojaríamos el gaznate. Oímos la campana del microondas. Al darme la vuelta merodeó por su vehículo y preguntó a sus habituales hasta juntar toda la calderilla que pudo. Eran cuatro marcos de menos. Se disculpó con un poco creíble “I´m sorry my friend”.



  Sólo han podido arañar un terrón al litoral croata, la playa de Neum.  Ellas, menos depiladas y femeninas que las dálmatas. Hay prioridades.Subiendo hacia la carretera por los peldaños de la ladera atraviesas sombríos portales de edificios particulares. Acechan los espías tras la maleza.  



  Espera infernal en el paso froterizo. El abuelo siciliano camina como terapia. Un bólido se salta el embotellamiento y se cruza en el carril contrario.Lo apodamos el ex-convicto. Pensé que acabaría en trifulca. Tras dos horas el policía aduanero me aconseja que vista mi camiseta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario