lunes, 21 de julio de 2014

A los cien todos calvos

Mi sinopsis crítica de la película "El abuelo que saltó por la ventana y se largó"

   Las arrugas han germinado en tu piel. Ya no logras permanecer con los labios sellados. Pero conservas intacta la lucidez.No esperes a que el hombre de la guadaña llame a tu puerta.Cuando caminas sobre el lecho de muerte no hay nada que te ruborice. Ni unas katiuskas rosas.
   “En la vida pasa lo que tiene que pasar”. Un grito de optimismo. Dejarse llevar, no pensar de más. Lo que alguien vino a llamar descomplicar. Pisoteando miedos y remordimientos.En la peli los personajes más ilustrados, que enarbolan su bandera de ideales, van antes el camposanto.




   Despréndete del yugo de los pijamas de espalda abierta, purés de verduras y media docena de fármacos de la cena. El pastel de mazapán es más dulce al aire libre.¡Para qué fatigarse apagando un centenar de velas pudiendo avivar los fuegos con gasolina. A la barbacoa sabe mejor!

   En su viaje a ninguna parte irá reclutando almas solitarias. Manda más el afán de aventura que la codicia de los billetes.Ni un conato de traición.A su espalda deambulan un parsimonioso policía, el jefe Wiggum en Fargo, y una banda de moteros filofascitas.  Agárralo como puedas.      
 
 
   Si Forrest era el embajador de la cuestionable política estadounidense en el siglo XX, Allan viaja por los hitos históricos del viejo continente. Estas son sus batallitas. Un solterón siempre siente menos el peso de la gravedad. Se cuelga en las vigas del Rockefeller Center. Ni un arnés amarrado a una nube.Hace migas con el hermano cateto de Einstein;no haría la o con un canuto. Su pasión por las detonaciones lo lleva a alistarse en el Proyecto Manhattan;con el favor del entonces vicepresidente Truman, incluso palpa en su rostro la polvareda de los ensayos en el Desierto de Jornada del Muerto.  Se une al séquito del dictador gallego en una noche de júbilo. Paella, brindis con Rioja y sevillanas.  “Franco bailaba como una mujer”. Y sin enfangarse nunca en las inquinas de los espías soviéticos.  Y siempre regado con el alcohol desinhibidor se da un garbeo por una fiesta de disfraces en la efervescente primavera del 68. Medianoche en París.

No hay comentarios:

Publicar un comentario