lunes, 20 de mayo de 2019

Caerdydd

*Un paseo por la capital de Gales

   Me saca la lengua y se burla de mí.El dragón alado protege la Torre del Homenaje Normanda del Castillo. Fantásticos interiores victorianos. Los animales del muro llevan asomados desde finales del XIX para mirar un zoo de humanos. Estamos en el corazón.  El germen del que fue hace cien años primer puerto carbonero del mundo está en un fuerte romano.
   Hoy no visto de rojo por si me confunden con un aficionado de los reds. Pero el Estadio Principality, que besa el río Taff, no es el nido de los Pájaros Azules. Los domingos por la mañana hay un mercado culinario en Riverside. Gastronomía hindú o brasileña entre las opciones.

   Esperaba más de los dulces tradiciones galeses, que están empoderados con pasas.Su textura recuerda más a un polvorón que a una crepe.Hay demanda e importación de pasteles lusos de nata. En la caja de Forresp puede tocarte sabor a limón,crema de cacao, manzana o cacahuete.

   Los clásicos parques británicos son verdes y llanos. Ideales para un pícnic en mantel de cuadros rojos y blancos. Gana el fútbol pero no faltan adeptos al rugby y al críquet, con sus trajes blancos sin manchas de hierba. El Bute toma el nombre de un marqués del XIX de origen escocés que se convirtió en el gran mecenas de la capital galesa.

   No hay tantos recordatorios como en Londres para cruzar mirando a su debida dirección. En las calles peatonales reposa boca arriba la gorra de los músicos callejeros. Con este solano si apetece ir a las Arcade, galerías comerciales varias, es a buscar sombra. Muchas de ellas son madrigueras al este de High Street. La más antigua es Royal Arcade.
   Los británicos dan todas las facilidades para que nos empapemos de su cultura. El Museo Nacional tiene entrada libre. Admiten donativos hasta colmar de billetes sus urnas transparentes. Además de artistas locales, hay obras de impresionistas franceses o de la Italia Renacentista.
   El ambiente nocturno es notable.Las despedidas de soltero comienzan sus fechorías a primera hora de la tarde. La ciudad es descaradamente gay friendly; los travestis se dejan ver en espectáculos y en la vida cotidiana. El orondo Jack se descalza por comodidad y sale en todas las fotos con la boca abierta.En la calle Greyfriars están dos de las salas de fiestas más amplias.

   Una caminata de 3 km hacia el noroeste puede tener como premio la preciosa Catedral de Llandaff. Me emociona más que Saint David. Las lápidas,puntiagudas o redondeadas, están esparcidas por el césped.El Cristo en majestad se añadió tras la II Guerra.En este distrito nació durante la Gran Guerra el escritor Roald Dahl, autor de Charlie y la fábrica de chocolate.
   La larguísima Lloyd George Avenue tiene hasta tres paradas de bus para acercarse a la Bahía. Charloteo con uno de los cientos de Ghandis que predican la paz por el mundo. 
El Edificio Millenium es la sede de la ópera.  Representan Los Miserables, musical que ya me acompañó en Londres y Praga.

 El Pierhead Building, de ladrillo y terracota, es tan rojizo como el Ayuntamiento de Berlín; con cáscara religiosa e interior donde se reúne la Asamblea Nacional y un museo de historia. La noria del puerto es menos glamurosa que el carrusel dúplex de Queen Street. 

La Iglesia Noruega no está destinada al culto sino a  propuestas artísticas. El Hotel San Davis,en un marco de pájaros protegidos, está preparado para salir de regata. Los jabones del lavabo tienen solera. La recepcionista no es muy condescendiente con quien viste sin americana.

1 comentario:

  1. Que cosa linda Londres, me acuerdo de la noche de charla eterna allá.ahora estoy en tu tierra

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