lunes, 1 de enero de 2018

La cuna del mago

Un viaje por Edimburgo

   La fritanga ha derretido las bolsitas de mantequilla. El desayuno británico me sube el colesterol. Y el ánimo. Importemos ya el haggis. Recuerda a nuestra morcilla.  A la hora del almuerzo todo es válido para freír y rebozar, incluso las chocolatinas. O un fish and chips de abadejo.  No se planteen unas tapitas porque en este país no regalan ni un cacahuete con tu cerveza del tiempo. Otro consejo. Si te pegas una siesta la mayoría de las atracciones culturales de interior han expirado.
   Edimburgo no tiene unas dimensiones desproporcionadas. Cuenta con medio millón de personas pero durante el Festival Fringe el casco urbano se colapsa como el metro en hora punta.  JK Rowling vino porque acá residía su hermana. Había cortado con su novio portugués. Iba a escribir a la Cafetería Elephant House para ahorrar la calefacción en casa. Surgió el embrujo.

   Domemos la urbe. La mayoría de las casas del Old Town son del XVIII ó XIX aunque hay alguna del XVI.  El paseo principal discurre por la Royal Mile.La espina de pescado.Un secreto,en realidad son cuatro calles engarzadas.Cuentan que los ricos vivían en la primera planta por si había que desalojar el piso por un incendio.Una ley prohibió antaño echar “las aguas”por la ventana antes de las diez de la noche,cuando ya solo había borrachos por la calle. En los sótanos de la urbe proliferó durante mucho tiempo el cólera, tifus y viruela. Hasta 1930 no llegaría el alcantarillado.

   Has de tomar una decisión. Si cenar fuera esa noche o pasar por taquilla,casi diecisiete libras, en el Castillo de Edimburgo.  A la una de la tarde dispara el cañón festivo.  Cuentan que sobre la mole volcánica apareció la primera fortaleza hacia el año 600.  Su posición casi inexpugnable repelió múltiples asedios como el de los jabobitas en 1745. Tras acceder por el exhaustivo control de seguridad nos escoltan las gradas instaladas para los festivales militares.Además del Museo Nacional de la Guerra, en una terraza ajardinada montaron el cementerio de las mascotas de los soldados.La importancia de la Capilla de Santa Margarita radica más en su longevidad que en su belleza.  Es del siglo XII, tiempos románicos, y se considera el edificio más antiguo de la ciudad.
   El Génesis reza que Jabob se quedó dormido recostado sobre la Piedra del Destino. Soñaba con una escalera hasta el firmamento. Tras varios avatares los monarcas escoceses del medievo se coronaban sobre ella en la Abadía de Scone. Hasta que Eduardo I de Inglaterra se apoderó de la reliquia a finales del XIII y la plantó en Westmister.  Hubo que esperar hasta 1996 para la devolución de la simbólica joya del Palacio de Holyrood al Castillo de Edimburgo. Con las gaitas entonando Misión Imposible.

   Casi sentado en un trono nos espera David Hume. Al muchacho le gustaba aprender. Entró en la universidad con 12 años. Además de filósofo, ateo y empirista, era historiador y economista. Hoy hay la costumbre de tocarle el dedo gordo del pie derecho. Un bautismo intelectual.A ver si nos aporta algo de sabiduría y suerte para los exámenes.   En este paseo de la fama, escaparate de Escocia en el mundo, no podía faltar el economista Adam Smith.

























   El City Chambers, es tradicional y austero. Iba a ser destinado para los mercaderes antes de convertirse en sede del ayuntamiento. Tiene 11 plantas, seis de ellas subterráneas.  Quizá lo más carismático sea la estatua de Alejandro Magno tratando de domar a su equino Bucéfalo.
   El Mercat Cross es como el kilómetro cero de Edimburgo.  En lo alto del poste un unicornio, pues se consideran ingobernables, con una bandera que porta el aspa de San Andrés. Es el lugar donde se reunían los comerciantes de las ciudades escocesas. Por ello también merodeaban los hambrientos ladrones y una incipiente policía secreta.  Uno de los vejatorios castigos era permanecer 24 horas clavado de una oreja. Esa marca, un estigma,te dificultaría mucho conseguir trabajo. También allí se llevaban a cabo las ejecuciones y se anunciaban los nuevos reyes. Cuentan que en 1952 el jinete tardó tres días en llegar desde Londres para desvelar que Isabel II se convertía en monarca.
   El Corazón de Midlothian,también un equipo de fútbol, marca en el adoquinado el lugar donde existió una prisión. Walter Scott le dedicó una novela. Hoy se escupe allí, sin rubor, buscando buena ventura.
   Deacon Brodier´s Tavern tiene miga.Era un ebanista  del XVIII muy respetado en la ciudad. Pero le subía más la adrenalina robar cuando caía la noche. Fácil tarea para un cerrajero. Sus hurtos le permitían mantener un lujoso nivel de vida y dos amantes.  Incluso llegó a tener secuaces para ayudarle en sus fechorías. Hasta le pidieron a él mismo que investigara el caso. Tras 18 años se descubrió el pastel. Quiso huir a Ámsterdam pero fue capturado. Fue condenado a la horca. Hay leyendas que defienden que consiguió zafarse. Su historia inspiró a Stevenson para construir Doctor Jekill y Mister Hyde

   Las iglesias escocesas se autofinancian. No reciben una libra por parte del Estado. Así,muchas acaban camufladas como bares, discotecas, mercado o incluso rocódromo.En la de St Columba me invitan a tomar pastas e infusiones. Tron Kirk, con orígenes en el XVII, ha permutado en un mercado de artesanía y complementos. La catedral de Edimburgo, con cúpula en forma de corona, solo tuvo esa función realmente en dos momentos muy puntuales del XVII. Está ofrecida a St Giles,patrón de la ciudad y de los leprosos.Allí John Knox inició la Reforma;clamó por ignorar a los obispos y centrarse en el rezo individual. En 1637 la vendedora Jenny Geddes lanzó un taburete a un predicador inglés que intentaba introducir el anglicanismo.En la Capilla del Cardo un angelito toca la gaita;  esa talla de madera es el orgasmo de los turistas. Fotos permitidas.
    Justo detrás de la catedral está el Antiguo Parlamento;ahora funciona como juzgado.Con togas y pelucas.En esa plaza existió un cementerio al que conocían por lasaña pues los cadáveres se depositaban por niveles. Sólo permanece un cuerpo, el de John Knox en la plaza de parking número 23. A lo Jordan.El sacerdote, que trajo las ideas de Calvino, tenía su hogar muy cerca.

   No nos confundamos con el nuevo Parlamento. Escocia volvió a recuperar sus funciones hace menos de dos décadas tras casi 300 años dependiendo del de Gran Bretaña.   Esta estructura vanguardista de acero, roble y granito se asienta junto al Palacio de Holyrood. Es obra del arquitecto catalán Enric Miralles. El presupuesto se disparó hasta  los 400 millones de libras.

   Dejándose caer cuesta abajo irremediablemente aparecerá el Palacio De Holyrood. El acceso es posible siempre que la Reina Isabel no esté de visita.  Conserva una abadía agustina del XII que se encuentra en ruinas. Curiosea las pertenencias de María Estuardo en su aposento  de la torre noroeste. Hay casi un centenar de retratos de la dinastía.

   Las fachadas de Victoria Street son un arco iris de la estética. El éxito es mayúsculo en la tienda de mágica. Hay vigilante y cordón de seguridad.  Impacta el cerdo casi segoviano del negocio de bocadillos de carne mechada. Mi tienda favorita es la de disfraces carnavalescos.

   En un extremo de Cowgate,zona de movida nocturna,está Grassmarket. Toda una etimología pastoril. Hoy me divierto con los malabarismos del showman sudafricano. Fue antaño lugar de ejecuciones públicas. El ayuntamiento daba siempre como última voluntad un trago antes del ahorcamiento. A Maggie Dickson le asignaron un marido mucho mayor al que ella no deseaba. Cuando fue repudiada emigró para no sufrir las iras de la turba. Pronto se quedó embarazada del hijo de los señores para los que trabajaba. Disimuló vendando el vientre. Murió la criatura y hubo de esconder el cuerpo. Cuando se descubrió todo fue condenada. La horca no segó su vida. Se convirtió en “la medio colgada”.  Aprovechando la redacción de leyes vigentes un abogado afirmó que no la podían volver a juzgar por un mismo delito.
   El considerado peor poeta de Escocia,William McGonagall, está enterrado en el Cementerio de Greyfriars.Y los más susceptibles creen que un fantasma atraviesa el Flodden Wall.Además,  se recrea la melancólica historia del perro Bobby. Su dueño,un policía,murió de tuberculosis.El chucho vigiló su tumba hasta que falleció. ¡14 años! Lealtad suprema en tiempos victorianos, donde había costumbre de sacrificar a los canes callejeros.Hasta recibió un guiño en Futurama.
   En 1638 se firmó la National Covenant.Los protestantes pasaban a imponerse a los episcopa-lianos de Carlos I.Tras la batalla de Bothwell Brig los Covenanters fueron encancerlados en con-diciones miserables, al aire libre,y ejecutados en este camposanto. Solo sobrevivieron doscientos setenta de los mil doscientos reos; fueron enviados a las colonias pero el barco se hundió. El ejecutor de la matanza fue el sangriento abogado George Mackenzie,  que representaba las ideas del “Alegre Monarca”Carlos II. En agradecimiento el letrado descansa hoy en mausoleo.

   La cúpula redondeada del Museo Nacional me recuerda al Orsay. Es un popurrí de ciencia, tecnología e historia. Y una terraza en el séptimo piso para respirar. La Oveja Dolly está mareada de dar vueltas. Enfatizan los personajes que vinieron al mundo en su tierra y que Reino Unido reivindica como suyos.  El futbolista Kenny Dalglish, el ciclista Robert Millar, que recientemente anunció su cambio de sexo, o James Watt, que mejoró la máquina de vapor.

   Edimburgo nace,cual Imperio,en el regazo de siete colinas. Calton Hill nos recuerda a la Acrópolis de Atenas. Hay monumentos conmemorativos a las victorias sobre Napoleón y a los caídos en combate. Se acabó la plata y el Partenón neoclásico quedó inacabado.
   La Torre Nelson, a 32 metros del suelo, conmemora la victoria en Trafalgar pese a que al almirante le costó la vida. Sin necesidad de telescopio a mano izquierda se divisa, bajo una ligera visera de nubes, el Puerto de Leith. Hacia el este,modificando el entorno los Risco de Salisbury y la Silla de Arturo.

   En el camposanto de Old Calton descansan profundamente el arquitecto Thomas Hamilton y David Hume. Un obelisco distingue a cinco reformistas religiosos. La estatua de Lincoln puede desconcertar; honra a los escoceses que lucharon en la Guerra Civil a favor de La Unión, es decir para abolir la esclavitud.  
   El monumento a Burns imita la Linterna de Lisícrates ubicada junto a la necrópolis ateniense.  La capital escocesa buscaba inspiración en Grecia mientras Londres fascinaba por Roma.
   La estación de tren de Waverley, una madriguera en el ecuador de la ciudad, semeja un invernadero industrial. Ese valle fue la bañera de un lago hasta que fue drenado en el siglo XIX.

   La New Town, escenario de la inolvidable Trainspotting, no debe despreciarse. Dicha ampliación del trazado urbano se remonta  a los siglos XVIII y XIX.  Es un barrio georgiano con hogares neoclásicos.  Muchos viajeros no van más allá de Princess Street donde marca las horas el reloj del lujoso Hotel Balmoral. Esta arteria es peculiar por tener negocios a una vera y vistas al parque en su vertiente sur. A Livingstone le cagaron las palomas en la cabeza. La noria, el ojo de Edimburgo, aporta la guarnición lúdica. El monumento a Scott, un cohete gótico a punto de partir, mide 61 metros y tiene 287 peldaños.  Su aspecto mugriento da una imagen de como sería la ciudad Vieja y Humeante. Edimburgo estaba muy contaminada; en algunos edificios aún se ven las marcas de tizna de cuando empleaban lámparas de fósforo.  Ahora las chimeneas ya no están en uso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario