domingo, 10 de agosto de 2014

Mi adorada Constantinopla

 Sensaciones, calores y olores de Estambul,
la ciudad más espectacular de nuestro planeta achatado

   Las tiendas van más allá del escaparate. Captación en la calle. Por nuestra fisionomía pronto deducen que somos del suroeste del continente. Raro si no hacen un chascarrillo en castellano o alaban nuestros heroicos deportistas. “No vayas al otro que es más caro”. Todos son más baratos que aquí. Puestos ambulantes de zumos, piruletas caseras de colores, ajos,mejillones al vapor…A uno de los heladeros malabaristas le falló el pulso.En el Gran Bazaar,laberinto cromático,revuelvo ropa hasta hallar falsificaciones de mi agrado. Nunca renuncio al arte del regateo.

   En Los restaurantes, gastronomía local o comida rápida, también aparece la omnipresente imagen de Atatürk. Alienación. Salchichas sin cerdo, ensaladas con pepino y perejil a granel, sopas de especias aliñadas con limón, cerezas… Mejor colonia que jabón para lavar las manos. 

   Té hirviendo para colmar la sequedad bucal. Y sus melifluas sobremesas son a base de pistacho, hojaldre, miel y pasas. Sonrisas anaranjadas. Echan un vistazo a periódicos de grandes dimensiones o  juegan una táctica partida de backgammon.En mi religión no cabe raki ni narguile.
   ¡Menuda bronca recibí por posar mi calzado en las alfombras de la Mezquita Azul! Los altavoces llaman cinco veces a la oración. Fuentes por doquier, donde lavan pies sin arena de playa.

   Pequeños toques de claxon para adelantar. Ni aspavientos ni improperios.No te sientes junto a una oriunda en el bus ni subas los decibelios a riesgo de una reprimenda.El tranvía va de lujo.

   En el hammam me derrito diez minutos en una sauna a setenta grados. Contraste con agua fría. Aparecen dos masajistas con bigote.Nos giran dejando ver tímidamente nuestras vergüenzas y nos enfundan un taparrabos. Ahí sentí amenazada mi virilidad.Con una áspera esponja liman asperezas cutáneas.Y nos enseñan esos despojos,borras,burlándose cariñosamente.En los masajes alternan ademanes suaves y bruscos.Alardean de su conocimiento articular. Una bolsa de espuma. Reposo en las nubes. Y los ojos turcos de la buena suerte ciegan mi intimidad.

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