miércoles, 31 de octubre de 2018

La Guerra de los Mundos


*Conferencia de Armand Balsebre en el Ateneo de Santiago (29-X-2018)

   Un genio creativo. Su objetivo era triunfar en Broadway. Sólo le daban trabajo en teatros de de Manhattan más al norte de la calle setenta. Al principio era la radio quien le dio de comer. Tenía gran facilidad para desdoblar voces. Tenía un personaje, La sombra, que capturaba a los criminales.

  Desde julio del 38 había adaptado en la radio a Drácula, Sherlock Holmes, Oliver Twist.Una semana antes de su gran provocación se atrevió con La vuelta al mundo en 80 días y la posterior El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Con La Guerra de los Mundos consiguió tal impacto que le abrió las puertas de Hollywood. El cheque en blanco para hacer Ciudadano Kane.

   Fue un domingo a la noche, víspera de Halloween. Howard Koch, el de Casablanca, fue su guionista. Bernard Hermann, que nos atemorizó en Psicosis, dirigió la orquesta. Y su compañía, Mercury Theatre. Para que tuviera credibilidad buscó un efecto de noticiario, de informativo.

   Todo se basó en una obra de H. G. Wells, autor también de La isla del Doctor Moreau,  escrita en 1898. Habla de la invasión de Londres por marcianos. Orson trasladó la acción a Nueva Jersey.  La ciudad era atacada con rayos ardientes, más tarde llamados láser, y gases venenosos.  Las máquinas fueron muy similares a las que luego se vieron en La Guerra de las Galaxias.

   El espectáculo duró unos 57 minutos. Interrumpieron la música para comentar que hacia las 19:20 se observaran varias explosiones en Marte. El Planeta Rojo se encontraba en el punto más próximo a la Tierra, 65 millones de kilómetros. “El mundo está siendo observado y escrutado por inteligencias muy superiores a la del hombre”. Contactaron con el profesor Pierson, interpretado por el propio Welles, que tenía el observatorio en Princeton.  También dieron paso al Ministro del Interior.  “Hay urgente necesidad de conservar la calma. Podemos confiar en las fuerzas militares y en Dios”.  El reportero Carl Philips describió la nave; “les daré todos los detalles mientras pueda seguir hablando”. Los humanos sacaron la bandera de tregua. Los marcianos se dirigieron a NY. “Creo que han aprendido a volar. No hay nada que hacer”.Los extraterrestres murieron por el contacto con unas bacterias a las que no eran inmunes.
   32 millones de personas estaban escuchando la radio. La CBS no era líder de la franja. La NBC  seducía a los oyentes con el show humorístico del ventrílocuo Edgar Bergen con el muñeco Charlie Mc Carthy. Solían entrevistar a un famoso. Pero cuando ponían música muchos aprovechaban para hacer zapping.
   Para los que le critican su código ético,Welles avisó al inicio que se trataba de un radioteatro y mediado el programa insistió en ello. Pero en la radio no todos tienen siempre puesta toda la atención. Cerró la emisión así. “Lo hicimos sin mala fe. El invasor de risa burlona no es otro que una calabaza con remiendos”.

   Había un caldo de cultivo bien abonado. Se venía de la Gran Depresión en la que muchos americanos perdieran el empleo y el hogar.  En marzo de ese mismo año Hitler se anexionó Austria. Había corresponsables como Edward Murrow que daban cuenta de esas noticias.El pánico fue generalizado. Muchos asociaron lo acaecido con los alemanes.
   Hadley Cantril hizo un estudio que demostró que sí hubo gente que se creyó lo de los extraterrestres. Se entrevistó a 300 personas. Muchos llamaron a la policía,abrieron la ventana para mirar si se había destruido el rascacielos de la CBS… Algunos rezaron, lloraron, escaparon o se encerraron en sótanos. Pensaron que el Juicio Final había llegado. No se registraron víctimas.  
   Balsebre hizo un tributo en 1988, 40 años después, para un auditorio de 500 personas. Juan Manuel Soriano, Constantino Romero y Arsenio Corsellas fueron las principales voces.  “La Ser nunca más lo volvió a emitir”. Josep Pons se encargó de la música.

   Hoy en día podemos parecer más escépticos. Pero habría que ponernos a prueba. En 1991 el  programa Camaleón de TVE que se emitió sólo en Cataluña hizo un experimento similar.  Dijo que hubiera un golpe de estado en la URRS y que habían hecho desaparecer a Gorvachov. El responsable de este falso noticiario corrió menos suerte que Orson Welles y fue despedido.

   Pero a pesar de la creatividad del director de La Dama de Shangai no fue el pionero en sacarse de la manga una broma macabra para atemorizar. Ronald Knox, sacerdote y crítico literario, informó en enero de 1926 de que en Londres había gentes iracundas que lanzaba bombas contra la policía; habían incendiado el Parlamento y destruido el Big Ben. Hasta hicieron una conexión con el Hotel Savoy.   Se respiraba el miedo de que hubiese un eco de la Revolución Soviética de 1917; y lo cierto es que poco después se produjo una gran huelga general.

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